CALAMIDADES Y FLAGELOS DEL PUEBLO DE
NICARAGUA.
Con su bandera azul y blanco y un pasado en blanco y negro,
el pueblo nicaragüense vive un presente rojo de sangre y negro de muerte, pero
aún así, reafirma su esperanza de un horizonte brillante y celeste para el
futuro, donde se ilumine con rayos de dicha y felicidad.
Desde el año de 1972 un 23 de diciembre, la noche del gran
terremoto apenas asomando la madrugada que arrebató la vida de no menos diez
mil personas y un tanto no menor de veinte mil heridos y amputados; se inauguró
la saga de calamidades y flagelos que los nicaragüenses soportan hasta el día
de hoy.
Enumeramos que a los pocos años, siete para ser exactos, se
sufrió el derrumbamiento del régimen de Somoza y su dictadura por la vía de la
insurrección armada como único camino posible para liberarse de la tiranía y
tuvo un costo en vidas de más de 50,000 según cálculos conservadores, en una
prolongada guerra civil y ofensiva final armada de un año.
Pero por si no bastara no había pasado ni siquiera un año
cuando el país estaba enfrascado y hundido en otra guerra civil en las montañas
gracias a la traición de los comandantes revolucionarios hacia su pueblo y sus
promesas, derivando en feroz y sangrienta represión. Esta nueva guerra tuvo una
duración de casi once años de desgaste y destrucción, hasta que en elecciones
libres y democráticas se pudo expulsar del poder a los dictadores de izquierda.
Durante esta década perdida, el pueblo experimentó como nunca
antes lo que era, escases total de
bienes y servicios, incluso de primera necesidad, saboreando la miseria plena y
total, aguantando hambre, enfermedades al no existir medicinas, apagones de
largas horas por la mala administración energética, atascamiento y paralización
del parque vehicular por el racionamiento de combustibles al mínimo ridículo y
la ausencia total de prendas de vestir como de alimentos básicos para niños,
adultos y enfermos, mencionando algunos como leche, pan, frijoles, queso,
tortillas, ya digamos pollo, carne, pescado y enlatados porque no existían en
el mercado nacional, pues de hecho ni siquiera habían tiendas o supermercados.
Todo el comercio había desaparecido por completo por las medidas económicas
Marxistas socialistas y gracias a esa política extremista de izquierda la
ciudadanía vivía en la miseria, pero los comandantes y altos funcionarios de
gobierno se la pasaban viviendo como millonarios, con todo en abundancia y al
alcance inmediato, sin problemas de conseguir divisas en dólares pues estas
eran prohibidas para el pueblo, pero no para ellos en el poder.
La desigualdad y la injusticia social se dispararon a niveles
grotescos, repugnantes y ofensivos para la dignidad humana. Cientos de personas
y niños fallecieron por estar desnutridos, mal alimentadas, sin defensas para
las enfermedades y sin tener nada qué comer. Gobernaba la ideología de la
desgracia en Nicaragua.
Por si fuera poco vendrían otras calamidades y flagelos para
el pueblo. Ya que en Octubre de 1988, el huracán Juana destruyó la mitad del
país, todo el norte y la zona del Caribe en la costa atlántica fueron arrasadas
por este huracán con salvajes inundaciones.
En 1992 el país fue castigado por una sequía severa que no
permitió la existencia de cosechas de granos básicos y el resto de cultivos, por lo que sobrevino una
gran hambruna. Ese mismo año por el mes de Octubre aconteció la erupción del
volcán Cerro Negro que destruyo las cosechas y viviendas de toda la parte
occidental del país.
El 28 Octubre de 1998, el huracán Mitch, el más destructivo
de toda la historia hasta ese momento, arraso a Centroamérica, pero en
particular a Nicaragua, provocando inundaciones que destruyeron toda la infra
estructura productiva agrícola del país, la red vial a nivel nacional en
cientos de tramos carreteros y caminos secundarios partidos y trochas
derrumbadas, derribando puentes vitales
y de uso internacional, ahogando miles de cabezas de ganado vacuno, caballar,
ovino y domésticos como granjas de producción avícola y caseros.
Las
inundaciones sumergieron bajo el agua caseríos y pueblos humildes, dejaron
incomunicadas y damnificadas a miles de personas, sin agua ni comida por varios
días, pero decididamente lo peor fue el fallecimiento de miles de personas
ahogadas o soterradas por los deslaves, sobre todo el del volcán Casitas que sepultó
a la gente con sus casas bajo decenas de metros de lodo, piedra y
escombros en kilómetros de horror por su
camino, Fue el apocalipsis, la hecatombe
del siglo para Nicaragua y su gente, sobre todo las más desposeída. llegó mucha ayuda internacional, pero mucha de esa ayuda no llegó a los necesitados por fue robada por altos funcionarios de gobierno para construirse enormes haciendas o palacios en la playa como el mismo presidente Arnoldo Alemán y su compinche Byron Jerez.
Desde el año 2014, todo el 2015 y todo 2016, hubo una
continua y prolongada sequía que no dio tregua ni respiro a los productores y
campesinos de todo el país, provocando hambre y pobreza extrema, así como
disminución de alimentos en el mercado nacional y aumento considerable de
precios lo que aumento el costo de la vida.
Para terminar, hemos caído ahora en la desgracia de la peor
tiranía que ha sufrido el pueblo en cuarenta años. La dictadura ORTEGA –
MURILLO es la más represiva, sangrienta, genocida, ladrona, delincuente,
criminal y corrupta de toda la historia de Nicaragua. Por eso el pueblo sigue
rebelado en una insurrección cívica, una revolución ciudadana que se ha
sublevado a los poderes fácticos de una tirano infame junto a toda su corte de
cómplices y colaboradores desde el gobierno, su partido y las fuerzas armadas
llenas de sangre inocente por los crímenes y delitos de lesa humanidad que
impunemente han cometido y siguen cometiendo en abundancia y desprecio por su
propio pueblo.
Que Santiago Apóstol, defensor de los débiles y vencedor de
los enemigos de DIOS nos ayude a derrotar a la más cruel y brutal dictadura que
nos oprime con tantas lágrimas y dolor.
DIOS SALVE A NICARAGUA.
ING. MARLON JOSÉ
NAVARRETE ESPINOZA.
MANAGUA, 25 DE JULIO DE
2019.