martes, 9 de noviembre de 2021

SOLO EL AMOR VERDADERO PURIFICA EL ALMA. En nuestros días del presente se han impuesto malas influencias a las sociedades modernas donde el amor se condiciona a lo meramente material, al dinero, a las riquezas, a la ostentación, al derroche, a los lujos y la vanidad. El amor se ha convertido como en una forma de transacción o de intercambio comercial, es decir, se condiciona a lo que recibes a cambio antes de ofrecerlo. Este tipo de amor es muy superficial y falso, fantasioso y condicionado a la bonanza financiera o buena fortuna de quien lo posee y puede pagar como comprar un objeto o un artículo de mercadeo o un bien de consumo. Todo comienza en casa, en el hogar, donde recibimos nuestra primera y más básica formación como humanos y obviamente si en un hogar solamente se vive el conflicto y los enfrentamientos como mal ejemplo, eso es lo mismo que el niño aprenderá a expresar en su futuro de adulto. Si nada más nota que todo en su casa se ve únicamente por el interés del dinero y la vida lujosa, llena de comodidades, con todo servido en la mesa, con los caprichos servidos en bandeja, fomentando la altanería, la soberbia y el desprecio por la verdaderamente importante y auténtico como es demostrar con respeto los sentimientos de amor, entonces esa mal formación va a repercutir en el comportamiento desde la niñez hasta el resto de la vida como mayor de edad. Si en una familia se observa desunión, peleas, golpes, agresividad, odio, malas palabras, ofensas y exclusión, no cabe la menor duda, que esas experiencias deformadores se vivirán a plenitud en el futuro cuando vivan su vida propia. Damos por sentado con tanta facilidad que siempre tendremos abundancia de bienes valiosos o riquezas que vamos desesperadamente tras ellos, olvidando que la verdadera riqueza es nuestra familia, nuestro hogar y con quienes compartimos todos los días, pero desgraciadamente esas personas que comparten nuestro mismo techo, son muchas veces las más olvidadas, marginadas y excluidas de nuestros intereses del día a día y no los tomamos en cuenta en lo absoluto para planear un presente donde puedan caber, ser parte de nuestros planes, abrazarlos para nuestros sueños, anhelos y proyectos. Al contrario parecieran estorbarnos o molestarnos demasiado, casi los apartamos con mucho odio a veces y eso que están en nuestra propia casa y familia. Repudiamos tan fuertemente a nuestra familia inmediata o a quienes conviven con nosotros bajo el mismo techo que parecemos enemigos. Somos tan pobres en dar amor que solo esperamos recibirlo pero de manera muy egoísta y dominante, acaparadora y posesiva, que remos que a aquellos a los que debiéramos amar en primer lugar, sean una especie de nuestros títeres o muñecos de adorno, para usarlos nada más cuando se nos apetece o conviene. Y eso no es amor, y si acaso lo fuese, es uno demasiado egoísta. Por eso es que el mundo actual camina degenerándose cada vez más y perdido entre ideas o doctrinas que pretenden imponer falsas expresiones de amor que devienen en derrumbar a la humanidad en lugar de edificarla y hablo del Marxismo ateo muy actualizado y transformado como de la ideología de género, los abortistas, los partidarios de la eutanasia, los trans género y tantas otras expresiones anti vida, antivalores humanos y anti sociedad. Nos estamos sumergiendo a gran velocidad hacia la destrucción propia por seguir caminos equivocados llenos de perversión y desviaciones inmorales, porque tan perverso y desviado anti natural es un homosexual o lesbiana, un trans sexual como un pedófilo o un pederasta y no que ahora se tiende a presentar solo a los pedófilos como personas perversas con desviaciones sexuales dañinas pero para usarlo como arma de ataque ante la sociedad contra la Iglesia Católica y los sacerdotes, mientras por otra parte, en una doble moral se esfuerzan por presentar la conducta homosexual, abortista y eutanasia como derechos humanos, comportamiento inocente y modelos a seguir. Desde tiempos remotos sabemos que eran conductas perversas y malignamente desviadas que corrompen a las personas y por donde pasan. Debemos rechazar con firmeza valiente estas falsas expresiones de amor maligno anti vida. La iglesia es formadora para la fe, la escuela educa para la vida cívica o profesional y la casa es la escuela para la vida donde los padres, abuelos, tíos, etc, son los primeros educadores y catequistas que se complementan con la iglesia y las instituciones de educación para formar un ser integral. Ante esa situación no debemos promover o aplaudir la vulgaridad, la grosería, la patanería o la rudeza. No tolerarla entre niños y jóvenes como forma de convivencia o peor todavía de resolver conflictos. No celebremos la violencia, la agresividad, las ofensas o los insultos, las burlas humillantes o los tratos degradantes, porque eso no es amor, es odio que alimenta rencor y resentimientos y así no podemos esperar una civilización del amor en Cristo. Lo más trascendental e impostergable que debemos hacer es darle un abrazo a nuestros familiares cercanos, decirles que los amamos, demostrarles que nos importan, tomarlos en cuenta dándoles un lugar en nuestra vida en vez de marginarlos o excluirlos, darles una oportunidad de expresarse con sinceridad, sin pelear, si algo de nosotros les molesta. Tenerles paciencia en sus errores o defectos porque nadie es intachable o superior. Solamente el amor verdadero y puro nos lleva al perdón transparente y a la reconciliación duradera. Muchas organizaciones humanas gritan por todo el mundo pidiendo paz, pero la paz se empieza a levantar desde casa para que de ahí se traslade al mundo. Es un hecho muy valioso que los hijos vean demostraciones de afecto y tolerancia entre sus padres, que los hijos abracen a sus papás y mamás y viceversa, que salgan a pasear juntos con alegría, que los padres no inspiren temor ni los hijos sean déspotas o demasiado orgullosos para rechazar a sus padres o rebelarse a su autoridad natural y legitima en casa. Compartir momentos especiales e inolvidables para que en un futuro cuando uno de ellos falte porque la muerte se lo lleva, puedan enfrentar con mejor consuelo y resignación esos momentos difíciles e inevitables. Para soportar decepciones en la vida, fracasos amargos, traición de la confianza de quien menos esperabas que te lo hiciera, perder todos tus bienes materiales y quedar en la ruina sin saber cómo volver a empezar, perder a un familiar cercano o un buen amigo entrañable y quizás no hubo oportunidad ni siquiera de despedirlo como se hubiese deseado y todas las adversidades o calamidades de quebranto de salud, carestía de la vida, un mal incurable o la soledad misma; se enfrentan mejor con un amor verdadero que solamente puede venir de DIOS y pedírselo con fortaleza y consuelo, para no amargarse la existencia, puesto que la vida es una, muy corta, muy frágil y muy pasajera y no podemos perderla para vivir sumergidos en la oscuridad de la desgracia y el dolor. Únicamente el amor verdadero sana y cicatriza los latigazos lacerantes y sangrantes de una vida injusta en este valle de lágrimas y solamente ese amor verdadero purifica el alma. Alma inmortal que viene y va a DIOS. Hago este escrito en memoria de mi única hermana Martha, fallecida como consecuencia del covid el pasado 8 de Octubre. Que en paz descanse. Amén. Ing. Marlon José Navarrete Espinoza. 8 de Noviembre de 2021. Managua, Nicaragua. Año de San José. Custodio y protector de la Sagrada Familia.