SE CONDENA Y SE EMPEQUEÑECE EL QUE
MATA A SU HERMANO DESARMADO.
Últimamente
en Nicaragua bajo la cruel dictadura perversa y malévola de Ortega – Murillo se
ha extendido la idea de que los policías, los encapuchados paramilitares y los
miembros del partido FSLN que andan armados matando impunemente a civiles
inocentes, desarmados y desprotegidos, expuestos a toda forma de violencia, se
convierte en un acto glorioso y grandioso donde los diabólicos del régimen lo
celebran como grandes victorias.
Lo
que en realidad pretenden ignorar es que estos son actos de cobardía absoluta,
porque si de verdad se enfrentaran a una fuerza armada del lado opuesto, quizás
entonces podrían creerse triunfadores o valientes. Sin embargo tratándose de
civiles desarmados, en total desventaja y que además es su propio pueblo al que
deberían más bien defender, proteger y
acuerpar en lugar de matarlo, acribillarlo o masacrarlo, lo convierte en el
peor acto sangriento, cobarde y lleno de bajeza que lo transforma también en
una tragedia para las víctimas asesinadas y para sus familiares que sufren ver
la muerte de su pariente.
En
el reino de la mentira en el que actualmente se encuentran sumergidos por su
complicidad sanguinaria con el tirano no alcanzan a comprender que esas
acciones de muerte, de crimen, asesinato atroz, delitos de lesa humanidad, los
señalarán de por vida tanto a los perpetradores como a su descendencia como si
fuese una maldición, además de que algún día la justicia los hará pagar cuando
menos lo esperen o lo deseen. No hay ni habrá impunidad para tales actos de
sangre derramada, sangre noble, desinteresada, generosa y heroica.
Todos
los civiles que ellos han matado por la impunidad que les regala el dictador,
son los valientes, los héroes, los mártires de un pueblo atormentado y
hostigado por la represión, agotado y explotado por la ambición inclemente de
un demente, desquiciado mental y fanático que se aferra al poder que es del
pueblo, el verdadero soberano de la voluntad popular y no como si fuera suyo
por derecho o su dueño por su capricho y su ignorancia, pero más por su
perversidad.
Aquellos
que se han divertido matando a sus compatriotas, a sus semejantes, a su propia
gente como si estuvieran en una cacería de animales; la justicia Divina y
terrenal a su momento, les hará pagar el precio y no les gustará el costo que
pagarán, pero no podrán esconderse ni escapar de su propia cobardía ni de su
criminal fanatismo.
Los
que hoy lloran, se enjuagarán las lágrimas cuando la justicia brille en el
tribunal celestial de donde nadie escapa impune a la espada de la sentencia
eterna de DIOS.
Marlon José Navarrete Espinoza.
23 de Septiembre de 2018.