domingo, 12 de septiembre de 2021

LOS DESASTRES HUMANITARIOS SUCEDEN POR INFLUENCIA DEL HOMBRE. Normalmente las catástrofes humanitarias ocasionadas por desastres o calamidades propias de la acción directa de la naturaleza, tales como terremotos, erupciones volcánicas, deslaves, inundaciones, sequías o huracanes entre otros son inevitables eventos que cobran muchas vidas inocentes, a la vez provocando enormes daños económicos en los lugares que afectan. Ante ese escenario, la humanidad no puede hacer más que prevenir para un menor daño posible y a la vez recuperarse de los destrozos y las pérdidas tanto humanas como materiales. Pero por otro lado, con toda franqueza sucede que la inmensa mayoría de los desastres humanitarios son ocasionados por la mala influencia del hombre sobre el resto de sus semejantes. El mismo ser humano ocasiona los desastres humanitarios contra sus semejantes, normalmente por odios ideológicos, políticos, religiosos o de discriminación étnica para crear una limpieza de sus adversarios por medio de la violencia y la agresividad de las armas, derramando sangre inocente o de multitudes que no tienen los medios para defenderse o no desean una confrontación directa con quienes buscan exterminarlos. Siendo justos, ser pacífico no significa renunciar a la defensa, ya que si la vida propia o de los seres amados o incluso de su pueblo hermano está en peligro de ser extinguido por la intolerancia o la agresividad de personas que solo conocen la violencia de matar, el placer de derramar sangre, entusiasmo de provocar pánico masivo, la satisfacción de destruir sin remordimiento o pena alguna, entonces las víctimas tienen todo el derecho de buscar los medios para contrarrestar esa amenaza y no es ningún delito el derecho a la defensa de su integridad. A esas personas que aman la guerra, la violencia brutal, la maldad total y el salvajismo de causar el máximo dolor, no les interesa hacer la paz bajo ninguna circunstancia porque saben de sobra que nadie les impondrá un castigo, ni que la justicia los alcanzará para hacerles pagar por sus crímenes o las crueles violaciones a los derechos de vida de sus semejantes. Las instancias internacionales que se supone están para garantizar la paz y la justicia se toman un muy excesivo prolongado tiempo para juzgar a los criminales de lesa humanidad, los dejan correr largo con su lenta y pasiva burocracia para armar los casos y todos los que provocan los delitos contra la humanidad en sus pueblos terminan muriendo de viejos y en la impunidad. Todo esto refleja una total incompetencia, desinterés, falta de voluntad, incapacidad, burocracia obscena, pero sobre todo, lo que más evidencia es una total falta de liderazgo mundial. Siendo tan permisivos, tan lentos, tan complacientes, expertos en excusas o justificaciones legales que retardan la justicia, es la mejor forma de ayudarles a los perpetradores de tragedias humanitarias para librarse de cualquier castigo por sus crímenes. Siendo complacientes, permisivos, dando tantas concesiones a sus exigencias, hacen a un lado a las víctimas, colaboran en aumentar su sufrimiento y hasta se vuelven cómplices del desastre con su inacción y pasividad. En pocas palabras re victimizan a las víctimas quienes se supone deben defenderlos. Para rematar esas instituciones internacionales y sus funcionarios gozan de jugosos salarios para nada. No es nada nuevo que ante la vista y paciencia del mundo civilizado, se cometan atrocidades como campos de concentración, ataques de exterminio a poblaciones civiles, prisioneros políticos o de conciencia bajo torturas en cárceles con condiciones inhumanas siendo inocentes con evidencia falsa fabricada para condenar sin piedad, desapariciones forzadas y las infaltables como las más preferidas de los asesinos, que son las ejecuciones sumarias. Cualquiera es muy valiente con un arma disparando contra civiles desarmados y aterrorizados o que tratan de defenderse. No hay proporción de igualdad entre un arma de fuego y una piedra. No es como un enfrentamiento entre dos ejércitos, armas de guerra frente a morteros caseros es cobardía. La historia ha presenciado calamidades humanas, catástrofes humanitarias de la naturaleza, pero las más dolorosas han sido las provocadas por el hombre mismo, dictadores o tiranos sin escrúpulos, sin límites de decencia alguna, sin temor a nada que los detenga y de esa forma hemos visto a desalmados asesinos como José Stalin en la antigua Unión Soviética quién mando a asesinar a más de tres millones de compatriotas y dejó morir de hambre y sed a más de 7 millones de Ucranianos con una muerte lenta y angustiosa en 1936, además de mandar a fusilar a miles de ellos y enterrarlos en fosas comunes y nadie acudió en su auxilio. Otras atrocidades han sido en Siria en una guerra que dejó al país en total escombros e incluso el tirano Sirio uso armas químicas contra los civiles. El genocidio de un millón de personas en Ruanda por una minoría étnica que quiso exterminar a la mayoría de compatriotas de otra tribu. Por supuesto que son inolvidables los campos de concentración Nazi en la segunda guerra mundial o el exterminación de miles de ciudadanos en Bosnia a finales de los años noventa por parte de los Serbio-croatas de la extinta Yugoslavia también por limpieza étnica, es decir aniquilación de otras razas que conviven en el mismo territorio. Los actuales campos de refugiados por la guerra en Etiopía contra los pobladores de Tigray o por el conflicto en Yemen en una devastadora guerra civil y sumemos ahora las catástrofe humillante de Afghanistán con los terroristas talibanes de regreso al poder por una decisión también catastrófica de Estados Unidos de retirarse y dejarles el vacío de poder o el campo libre, no pasará mucho tiempo para que el mundo occidental se arrepienta de esta decisión. La falta de liderazgo mundial de las civilizaciones de occidente y sobre todo de Estados Unidos, están llevando al desastre de alentar a más dictadores a asumir una postura más radical y extremista, más desafiante y mucho más agresiva, que incluso se ríen de las sanciones o se burlan de ellas porque no les hacen el menor daño ni les temen en lo más mínimo y para empeorar las organizaciones internacionales de derechos humanos no tienen una fuerza coercitiva que los obligue a retroceder o incluso sacarlos del poder y enjuiciarlos por sus crímenes. Este es el preciso caso que se sufre actualmente en los pueblos hermanos de Cuba, Venezuela y Nicaragua donde lo que manda es el capricho del dictador como si fuese el dueño del país. Las hambrunas, las sequías, los huracanes, los terremotos y las erupciones volcánicas no van a desaparecer como fuerza de evolución de la naturaleza y el mundo, pero lo que sí podemos hacer desaparecer los seres humanos; son precisamente los desastres humanitarios por nuestras malas decisiones o nuestras ambiciones desmedidas fruto de la maldad del corazón en personas egoístas que no les importa nada ni nadie. Si queremos volver a disfrutar de paz, de libertad y de una patria próspera para todos, obligadamente debemos extirpar el cáncer de las personas malignas que buscan destruir a sus semejantes y provocan desastres humanitarios. Yo como hombre creyente en DIOS, como Católico, siempre espero ver el brillo de la salvación Divina, aún en el momento en que todo parezca perdido, ya que la misericordia de DIOS aparece para bendecirnos cuando nos sentimos desolados y solitarios en nuestras calamidades. Ing. Marlon José Navarrete Espinoza. Managua, 8 de Septiembre de 2021. Año de San José y día del natalicio de la Virgen Niña.

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