jueves, 16 de diciembre de 2021

LA PROTECCIÓN INTEGRAL EN LA NIÑEZ SERÁ SIEMPRE PRIORIDAD. Gozar de una casa para vivir, alimentación nutricional adecuada, formación escolar, juguetes para el entretenimiento y aprendizaje, afecto y amor incondicional, vestido y calzado, seguridad y protección a su vida, son los elementos más importantes que no le deben fallar a cualquier niño o niña en este mundo en aras de garantizar su pleno desarrollo hacia su etapa adulta. Pero mucho más allá de todo eso que debería ser una infaltable práctica de los padres y la sociedad, tenemos también el bienestar psicológico lo que significa crecer libre de traumas como de violencia, bienestar moral lo que quiere decir que aprendan a practicar valores cívicos y de buen comportamiento en todo ambiente y lugar y no menos importante el bienestar espiritual, que se trata del derecho irrenunciable a crecer siendo creyentes en DIOS y la religión. Desafortunadamente hoy en día a la niñez se le pretende corromper desde muy temprana edad con enseñanzas ateas y anti religiosas, se les pretende hacer creer que la fe en DIOS es un mito o una fantasía del que pueden carecer sin consecuencias en sus vida. La religión es expuesta como un delito y ya no digamos que ser devoto y una persona piadosa es ya equivalente a un crimen o una violación de sus derechos humanos. A ese extremo ha llegado la ideología anti vida en su afán de arrancar y desterrar la inocencia y la nobleza de los niños. No solamente quieren que los niños se conviertan en adultos desde niños sino que deformen su natural inocencia en corrupción moral y deformación con anti valores que atentan contra su propia existencia integral como almas de conducta infantil propia de su edad. Peor escenario es todavía porque luchan por cortar el lazo de amor y de unión entre padres e hijos pequeños apoyados en la propaganda masiva y mal intencionada, la cual de forma subjetiva con intereses mezquinos, quieren manipular con tal de forjar una división de enemistad entre la figura paterna y materna con los hijos y una división de odio enfermizo e irreconciliable entre el hombre y la mujer. La figura paterna está siendo expuesta por feministas como que todo hombre es machista, violento, violador y castigador que provoca maltrato degradante o igual con la figura materna como un ser o una mujer despiadada, salvaje, indiferente e insensible. Quieren hacer aparecer que ser madre y esposa para la mujer es una humillante degradación y depender de un hombre para subsistir en un hogar es un crimen imperdonable que la denigra. Todo este esfuerzo tiene como fin que la niñez desconfíe de sus propios progenitores, los rechace, los repudie y así abrace como si fuese un refugio seguro de salvación, a la ideología de género, y las otras expresiones anti vida como son los abortistas, las feministas radicales, la eutanasia, la iniciativa transexual y el ateísmo marxista que juntos todos hacen una masa de amenazante peligro para la subsistencia humana en su independencia de pensamientos, criterios y principios. El fin es convertir a los niños de hoy en una futura humanidad adulta esclava y sometida y nos los llevará a la extinción por su ceguera y corrupción ideológica. La ruptura total de los niños y jóvenes con la iglesia, la devoción religiosa, la piedad de los sacramentos y el odio hacia los padres y parientes son el objetivo de estas ideologías anti vida para cumplir a plenitud su agenda de un mundo cercano sumergido en el oscurantismo laico, la anarquía colectiva, el caos social y una sociedad totalmente degenerada e inmoral. Ante esta complicada y aterradora realidad de estas ideologías modernas pero que a su vez son totalitarias como represivas, lo que cabe es contrarrestar los efectos y consecuencias desde el hogar y a partir de la familia donde es la primera y gran escuela de la fe y la vida. Lo primero para hacer contrapeso a la ideología de la diversidad sexual que la enfocan como inofensiva e ingenuamente inocente libre de maldad, es educar a los niños y jóvenes para la vida, es decir que amen la vida y así mismo respeten la dignidad y derechos de sus semejantes, sin caer en los falsos postulados de la sociedad igualitaria que en realidad quiere decir aceptar sin resistencia y de manera sumisa la igualdad de género, el aborto, la eutanasia entre otros. Los niños deben ser corregidos después de cometer malas acciones sin violencia física ya que mal trato no implica descartar el castigo físico como última medida disciplinaria que por siglos han practicado nuestros padres y abuelos sobre todo ante hijos muy rebeldes. Enseñar a los niños a distinguir entre lo bueno y lo malo, aconsejarles y conversar con sus hijos. Esto implica que toda tutela a la niñez debe ser de personas altamente calificadas para tal responsabilidad de cuidarlos y orientarlos, más todavía si nos referimos a los menores con una discapacidad o limitación físico motora. El cuido debe ser más extremo con la debida atención. Inculcarles la educación en la fe, en los valores religiosos de la doctrina eclesial sin ninguna vergüenza, timidez o temores como si fuese algo malo o condenable. Los niños tienen derecho a su convicción religiosa sin manipulaciones ni retorcidas intenciones. No exponerlos a malos ejemplos o actitudes vergonzosas o viciosas que corrompen sus almas de corta edad. Garantizarles el derecho a jugar, a divertirse, a sonreír o tener amigos, juguetes, a pasear, descansar y cumplir pequeñas obligaciones sin altas exigencias como si fuesen adultos. Nadie tiene el derecho de arrebatarles o destruirles su inocencia, nobleza y tierna infancia sin la maldad que es propia de los adultos. No se puede pasar por alto la obligación de los adultos y el irrenunciable derecho a vivir en paz, sin amenaza o temor de guerra, de muerte, de violencia o destrucción de su armonía en el hogar, a una familia y a la protección del estado. Cada niño es diferente, cada uno tiene sus propias cualidades como debilidades o defectos que no deben avergonzarlos sino animarlos a superarse con amor y comprensión. No a todo niños se le puede exigir ser un campeón o llegar al primer lugar o ser un brillante en notas con excelencia. Cada niño tiene sus propias capacidades como limitaciones y no a todos se les puede exigir por igual como si fuesen máquinas programadas sin sentimientos. Eso es lo que precisamente quieren las ideologías totalitarias con poder político y económico y es que exista una humanidad uniforme, moldeable, no pensante ni con espíritu crítico o de superación personal. Si los hijos son fruto del amor de los padres, ni la sociedad ni las ideologías políticas deben convertirlos en productos del odio, lo irracional, la violencia y el rencor. En este tiempo en que los Católicos celebramos el Adviento como preparación al nacimiento del Mesías, no hay mejor opción que contemplar la perfección del modelo de hijo que es el Niño Dios o el Niño Jesús en el pesebre humilde y tierno que evoca los mejores sentimientos. El nacimiento del Redentor del género humano brillará por siempre y nadie podrá apagar su luz. Ing. Marlon José Navarrete Espinoza. Managua, 16 de Diciembre de 2021.

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