jueves, 12 de diciembre de 2024

ANOTACIONES VITALES PARA NUESTRA VIDA QUE NO DEBEMOS ELUDIR NI OLVIDAR. Cuando llegue el momento y de seguro que llegará, así como amanece cada día, después de una larga noche a veces siniestra y llena de espantos que nos someten al temor y el silencio, porque escondemos nuestro valor y exaltamos la cobardía e indiferencia para reprimir la frustración de no poder romper en pedazos lo que nos hace sufrir; es entonces que estamos obligados a comenzar de nuevo totalmente desde cero. Apartar escombros, derribar ruinas, derrotar el miedo y volvernos a Dios para sentir el viento de su libertad en nuestra alma. Más de una vez nos vemos obligados a empezar de cero para edificar nuestro país y nuestra vida. Ideologías mal llamadas autoritarias, que en realidad son totalitarias y tiránicas nos quieren arrebatar la fe en el Dios único y verdadero, fomentan el secularismo extremo porque saben que borrando a Dios de nuestra vida y corazón, lo apartaremos poco a poco hasta no darle ningún valor, nos quieren convencer de perder la confianza en su compasión y piedad para rebelarnos en su contra y así encontrarán terreno fértil para sembrar en nuestra existencia la incredulidad del ateísmo, la duda y la desconfianza, la decepción, para entonces dar paso a la esclavitud y sometimiento ciego a sus ambiciones de poder y gloria absolutos. Dejaremos de ser seres humanos para convertirnos en masas de servidumbre sumisa de sus deseos y caprichos. Como siempre, el hombre con poder quiere aparta a Dios, para sustituirlo y ser adorado él mismo como un nuevo ser superior que es intocable y tiene permitido hacer todo el daño y el mal a sus semejantes sin castigo. Odian al verdadero Señor Dios vivo y eterno, pretendiendo tomar su lugar y desplazarlo para cumplir sus sueños enfermizos. Queremos la felicidad, la añoramos, pero al mismo tiempo hacemos infelices a muchos más sin detenernos a pensar o reflexionar que el sufrimiento que les provocamos hoy a otros, podría ser el nuestro multiplicado el día de mañana. Nos alegramos del mal que cae a nuestro semejante y nos enojamos cuando le va bien. La envidia nos carcome como cáncer por dentro y nos quema el corazón de la furia por ver la superación que otro tiene y yo no la tengo. Cada ser humano tiene su propia medida del éxito y sueños alcanzados, metas cumplidas y satisfacción por los méritos logrados. De más está codiciar el éxito ajeno, porque somos únicos en la vida y no nos parecemos a nadie en nuestra individualidad y personalidad, en virtudes y dones, talentos y gracias. Somos tan diferentes que perdemos el tiempo ambicionando lo que otros han alcanzado. Los logros personales son propios, no colectivos. La codicia nos hace querer más sin límites, aferrarnos a lo material de este mundo, nos hace olvidar que somos pasajeros y nada nos llevamos. Sin importar cuánta riqueza o pobreza vivamos, el Señor nos enseña que hoy tenemos todo y mañana ya no tenemos nada, lo único que permanece en el tiempo es su amor y su misericordia. Managua. 12 de Diciembre 2024. Ing. Marlon José Navarrete Espinoza.

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