viernes, 7 de noviembre de 2025
LA DICTADURA MILITAR SANDINISTA DE LOS AÑOS OCHENTA EN NICARAGUA. LA DÉCADA PERDIDA.
Ensayo político – reflexivo, analítico, descriptivo y argumentativo para propiciar opinión meditada, seria y mostrando la verdad.
Síntesis histórica referencial.
Sin piedad ni compasión, sin empatía ni remordimiento, con todo descaro y cinismo con total hipocresía y doble moral, mentirosos y embusteros, vividores y saqueadores. Derramaron sangre por miles de inocentes y galoparon extrema pobreza y miseria a todo un pueblo humilde, traicionado cobardemente en sus esperanzas y confianza en la mal llamada revolución.
En los días posteriores al triunfo Sandinista se podía percibir el caos reinante en todo el territorio Nacional. Los líderes guerrilleros asumieron como comandantes locales según el sitio donde habían combatido o se encontraban estacionados y se proclamaron con una autoridad tan excesiva que parecían Señores feudales, rigiendo un pedazo de territorio por su cuenta y a su antojo. Entonces se comenzaron a dar muchos abusos y atropellos contra la población civil. Muchas personas inocentes fueron fusiladas en la calle sin remordimiento.
En esos días la moda era ser rebelde, estar vestido como guerrillero, caminar armado, aunque ya no había guerra y estar uniformado como los comandantes de la revolución junto al ya reconocido pañuelo rojo y negro; la bandera del frente sandinista hasta el día de hoy.
Para esos días también se sucedieron una serie de cientos de torturas, ejecuciones sumarias y maltratos contra los antiguos colaboradores Somocistas y ex soldados de la Guardia. Los revolucionarios comenzaban a demostrar su verdadero rostro y sus intenciones de cómo gobernar en adelante.
La juventud de esta generación estaba enloquecida y fanatizada a tal punto que no se percataba que sus acciones encaminaban al País hacia otra confrontación armada. Los abusadores tomaban la justicia a criterio en sus propias manos y estos actos se fueron haciendo más graves hasta llegar a ser actos criminales y vandálicos. Todo a su paso era destruido sin compasión por nadie.
Las aerolíneas no aterrizaban en Managua desde los días de la insurrección y volaban el espacio aéreo desviándose a otros países para evitar el riesgo y las embajadas habían evacuado a todo su personal diplomático y solo se quedaron con el mínimo indispensable. Las calles mostraban todavía los destrozos y la conmoción de la guerra.
Debido a los bombardeos inmisericordes, represión militar indiscriminada y las ejecuciones sumarias de parte de oficiales y soldados de la guardia nacional, el pueblo les tomo tanto odio y rencor, que después del triunfo sandinista, la mayoría de los guardias capturados o que se rindieron fueron ejecutados o fusilados de forma arbitraria e ilegal sin derecho a juicio o defensa alguna a como también fueron condenados sin darles posibilidad de defenderse, pero era tanto el rechazo de la población que se mantuvo silencio y a nadie le importo su suerte. De ese modo sucedieron cientos de crímenes de lesa humanidad.
Sin embargo, con esta actuación los guerrilleros del FSLN, también cometieron delitos de lesa humanidad al no respetar las vidas de los prisioneros de guerra o condenar sin juicio a los capturados a largos años de presidio sin permitirles visita familiar. Paradójicamente los sandinistas estaban condenando a los guardias por crímenes de lesa humanidad, violación a los derechos humanos, asesinato atroz y genocidio. Con esto casi de inmediato el FSLN empezó a perder fuerza y autoridad moral ante el mundo.
Muy pronto se disolvió la Junta de Gobierno y se comenzaron a dar los primeros pasos para instalar en régimen Socialista en Nicaragua. A pesar que el pueblo si bien no quería más a Somoza, estaba acostumbrado a vivir bajo un sistema capitalista de libre mercado. Esto nunca lo comprendieron los comandantes de la revolución y fue traumático para un país acostumbrado a tener bienes.
Pero la obstinación de los comandantes de la Dirección Nacional, órgano superior de mando de la revolución, se enfrascó en imponer un régimen de izquierda Marxista a ejemplo y muestra de Cuba y la Unión Soviética. Desde ahí, las prácticas opresoras de Somoza fueron superadas por los revolucionarios de forma desalmada y perversa.
Los humildes muchachos como les llamaba el pueblo se convirtieron en fieras hambrientas de poder, gloria, riqueza y venganza.
Los opositores políticos al Sandinismo comenzaron a sufrir burlas, amenazas, vejámenes, ataques a su honra y humillaciones denigrantes de la dignidad humana y moral, las cárceles empezaron a llenarse de nuevo de prisioneros políticos quienes eran sometidos a degradantes torturas tanto físicas como psicológicas. La tortura era una ejecución maestra del terror sandinista.
Los Sandinistas más leales han sido colocados en todos los puestos del Estado para garantizar que se obedezca a la perfección hasta la orden más insignificante y la orientación que pudiera ser más comprometedora desde la dirección nacional del FSLN. La confusión estado partido se dispara en sus expresiones más repugnantes y chocantes con la decencia institucional que se esperaba se recuperara con la revolución.
La confiscación masiva de bienes inmuebles, automóviles, propiedades de privados como casas, haciendas, empresas e industrias con la mentalidad de ser administradas por el pueblo a través del Estado se hacen con una voracidad tremenda llegando a afectar no solo a los allegados del Somocismo sino a inocentes personas que nada tenían que ver con el gobierno anterior. Muchas de las confiscaciones se hicieron por envidia y para perjudicar a enemigos personales de los revolucionarios. Todo fue una excusa para enriquecer a unos pocos líderes encumbrados del nuevo régimen socialista. Por venganza llegaron quitando todos sus bienes a quienes no apoyaron la insurrección contra Somoza y a quienes no les simpatizaba la revolución sandinista.
Los socialistas se volvieron en aquello contra lo que habían luchado; en burgueses capitalistas, disfrazados de Marxistas y Comunistas. Muchos confiscados murieron de pena moral, en la miseria y sin esperanza de recuperar sus bienes, los que les habían costado toda una vida de trabajos y sacrificios en obtenerlos buscando una vida mejor.
Los medios de comunicación que no estaban ciegamente a favor del régimen empezaron a ser censurados sin piedad, cerrados o clausurados de forma temporal por varios días o hasta en tiempo indefinido. Muchos periodistas y dueños de medios de comunicación independientes fueron encarcelados o atacados y golpeados por turbas del gobierno.
En 1981, el nuevo presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan vio como una seria amenaza para la estabilidad regional, la naciente revolución Sandinista. El 4 de mayo de 1982 Daniel Ortega se encuentra en Moscú capital de la Unión Soviética para dejar en claro cuál era la orientación ideológica del régimen sandinista. El 11 de abril el ejército Sandinista crea nuevas unidades de combate para enfrentar la guerra con la Contra. En el año 1982, exactamente el 9 de diciembre sucede la tragedia de los niños de Ayapal cuyo helicóptero cayó a tierra por el sobre peso y no porque fuera derribado por la Contra. Paralelamente en Honduras comienzan las maniobras conjuntas de los Marines con el ejército llamadas Pino Grande II.
El 2 de septiembre de 1983 el EPS crea nuevas unidades de combate, en fecha del 11 de enero llega Fidel Castro desde Cuba a respaldar al régimen sandinista. El 5 de febrero de 1985 se convoca a los estudiantes de secundaria de todo el país para ir a cortar café como voluntarios a las zonas de guerra y esto crea un desorden y caos en la disciplina de los jóvenes y en la calidad de la educación. El 11 de abril del mismo año el EPS vuelve a crear más unidades militares y el país se convierte en un enorme cuartel.
Las fuerzas armadas, es decir ejército y policía estaban sujetos bajo control, sometimiento y obediencia absoluta a la causa revolucionaria. Estos cuerpos castrenses no eran de carácter Nacional ni patriótico, sino de carácter ideológico partidista. Los que no eran sandinistas eran calificados de vendepatrias.
La estructura productiva cayó en manos de organizaciones de masa tales como sindicatos y cooperativas afiliadas al FSLN, los que eran pésimos administradores e irresponsables en el cuido de los medios de producción. Al poco tiempo, al no valorar lo que no les había costado esfuerzo ni sacrificio edificar, empezaron a deteriorar paulatinamente toda la capacidad productiva del campo y la industria. Los empresarios fueron catalogados de burgueses, explotadores, traidores y enemigos de la revolución y quienes mejor debían irse del país a refugiarse donde el imperialismo yanqui, en estados unidos.
Para asegurar el control del pueblo se organizaron los CDS, Comités de Defensa Sandinista, encargados de vigilar y espiar a sus vecinos en cada cuadra y barrio con el objetivo de reprimir con prontitud cualquier manifestación de descontento o síntoma de desacuerdo entre la gente. Luego estos inconformes eran acusados, encarcelados, torturados y hasta chantajeados para obligarlos a replegarse a favor del régimen.
La manipulación política en la juventud era otro aspecto de seria consideración pues era común ver a miles de jóvenes como hipnotizados ante las consignas del FSLN. De manera constante se organizaban fiestas y conciertos populares de cara a desviar la atención de la juventud frente a los graves problemas que afligían al país y sobre todo desviar la atención acerca de quiénes eran obviamente los culpables de la crisis. En los eventos deportivos, las jovencitas y muchachos corrían descalzos y sin ropa adecuada porque no existía ningún material deportivo que pudieran usar.
No se había registrado en la memoria de los nicaragüenses un éxodo tan numeroso en toda su historia como el que estaba ocurriendo a comienzos de la década de los 80. En busca del exilio las personas iban tras una verdadera libertad ya perdida en Nicaragua bajo el régimen Sandinista y también en busca de las oportunidades que desde hacía rato ya no existían en todo sentido.
Se promovió el libertinaje, la unión libre que desplazó al matrimonio dando desde entonces una gran inestabilidad a las relaciones de pareja, se promovió el divorcio y se hizo más fácil con el divorcio unilateral, la autoridad de los padres de familia se vio reducida, ya que los hijos se rebelaban como buenos revolucionarios y a los únicos que debían obedecer era a la revolución Sandinista y los comandantes del FSLN.
Los artículos y bienes de la primera necesidad se volvieron imposibles de conseguir para todo el pueblo, salvo los privilegiados en las cumbres del gobierno quienes no padecían de escases y derrochaban abundancia en alimentos y en bienes materiales. El sacrificio era solo para el pueblo. Toda la canasta básica era racionada en cuotas mensuales que asignaban cantidades irrisorias y ridículas por medio de una tarjeta que llevaba a su control disciplinario el CDS en cada barrio y cuadra. Fue cuando apareció el mercado negro para suplir lo faltante y donde todo mundo hacía intercambios para lo que necesitaba y no se podía encontrar en los puestos controlados de abastecimiento.
En un país sumido en crisis económica, escases de comida y además controlada de forma excluyente y partidaria por el gobierno, con censuras a la libertad de prensa para no protestar, con la suspensión de derechos y garantías individuales, violaciones a los derechos humanos e intimidación de las fuerzas de seguridad más la corrupción gubernamental, fue caldo para decir basta. La rebelión estalló en poco tiempo y los primeros en rebelarse fueron los más afectados, los históricamente olvidados y marginados, es decir el sector campesino.
Con la ayuda militar y logística de Estados Unidos se organizó a la Resistencia Nicaragüense, mejor conocida como “LA CONTRA”, formada por campesinos y antiguos oficiales de la Guardia Nacional con el objetivo de combatir al régimen Sandinista encabezado por Daniel Ortega y su hermano Humberto Ortega y el resto de comandantes convertidos en dioses por ellos mismos.
Con esto vino otra trágica consecuencia como fue la creación del Servicio Militar Obligatorio o Patriótico SMP. Muchos jóvenes acudieron a enrolarse por convicción, pero otros tantos por temor y en silencio se alistaron al no tener alternativa y para no quedar mal ante el estado Sandinista que les cerrara toda opción de sobrevivencia. Pero muchos miles más fueron reclutados a la fuerza en contra de su voluntad y forzados a pelear por una causa Sandinista con la cual no se identificaban, ni mucho menos la amaban.
Las fiestas en bares, discotecas, canchas deportivas, colegios, salones de baile o universidades e incluso iglesias, son aprovechadas por miembros del ejército y la policía para realizar redadas que parecían cacerías humanas y reclutar obligadamente a los jóvenes los que también eran perseguidos como delincuentes al intentar escabullirse. El llanto de las madres suplicando clemencia para que no se los llevaran a la guerra no valieron de nada ni importaron para los Sandinistas. Muchas madres no volverían a ver a sus hijos con vida de nuevo, en algunos casos ni siquiera tuvieron un cuerpo que velar.
El 19 de Julio de 1983 el Coordinador de la dirección nacional del FLSN, comandante Daniel Ortega Saavedra anuncia en León la ley creadora del Servicio Militar Patriótico. Es la sentencia de muerte que anuncia su advenimiento y alcanzará a miles de jóvenes para llevarlos al sepulcro y al injusto olvido de la ingratitud.
El 9 de agosto fue presentado el proyecto de ley al Consejo de Estado. La ley contempla enviar a la guerra en las líneas de batalla como fuerza de choque a los jóvenes de entre 17 y 21 años. Las fuerzas de reserva para los hombres de 22 a 50 años y las mujeres de los 18 a los 40 años como tropas de reserva en combate. La meta es llegar a tener hasta 90 mil reclutados iniciales y llegar a ser un poderoso ejército servil de los jerarcas sandinistas de hasta 500 mil.
Ante esta amenaza para la vida de sus hijos muchos padres empiezan a mandarlos al exterior en un éxodo acelerado por la guerra. El 2 de septiembre fue ratificado sin oposición y el 16 de septiembre la ley fue publicada y entro en vigencia. Esta ley sentenció a muerte a miles de jóvenes con futuro.
En el colegio, cuando nos dábamos cuenta que un compañero de estudios fue reclutado a la fuerza en el servicio militar y murió en combate, existía entre todos, un estado de ánimo de consternación, tristeza y temor pensando cuándo nos tocaría a nosotros.
Trabajadores, campesinos, gente de los mercados, clase media, profesionales, técnicos de todo tipo y empresarios se suman al descontento y desacuerdo abandonando el país y por ende las inversiones y la actividad económica caen a cero. Todos los medios de producción se derrumbaron por el abandono.
En 1983 ya se trazan los más feroces combates en 6 departamentos del norte de Nicaragua entre LA CONTRA y las tropas del EPS, Ejército Popular Sandinista.
Los primeros poblados en recibir batallas son Santa Rita, San Antonio de Cerro Blanco, Santa María de Pantasma tras cuyo ataque se declaró el estado de emergencia Nacional y la suspensión de las garantías constitucionales el 20 de octubre de 1983. También hubo fuertes enfrentamientos en Teotecacinte, Wamblán y Las Minas, seguidas de Corral de Piedras, Bocas de Ayapal, San Juan de Río Coco, Yalí, márgenes del Río Bocay y San Andrés de Bocay ya para el 18 de abril de 1984. El 1 de diciembre derriban un helicóptero soviético y el 2 de diciembre en Managua en la zona de mateare entrenan a niños con fusiles de guerra para enviarlos a campos de batalla. Así mismo entre el 4 de noviembre de 1986 y el 17 de febrero de 1987 ocurren sendos combates en los alrededores de Wiwilí y el rio Rama, por eso el 19 de junio de 1987 el EPS utiliza enormes cantidades de helicópteros de guerra MI-17 y MI-25 para arrasar posiciones de la Contra en esas regiones montañosas. Entre marzo y noviembre de 1987 es el período más sangriento de esta guerra con enormes bajas de ambos bandos y cientos de muertos, mutilados, ejecutados y desaparecidos entre campesinos y civiles inocentes. Miles de jóvenes se escondieron o huyeron por veredas.
El EPS contaba con los más grandes y numerosos batallones de lucha irregular como eran el BLI Simón Bolívar, Germán Pomares, Santos López, Francisco Estrada, Juan Gregorio Colindres y el BLI Ramón Raudales. Estos se enfrentaban a las fuerzas de la resistencia que se llamaban legión 15 de septiembre, Comando regional Segovia, Columna Jorge Salazar, Comando Cinco Pinos, Fuerza de tarea Diriangén y el Comando regional Nicarao.
Mientras en Managua los CDS llevaban su propia guerra contra el ciudadano a través de los llamados Capitanes de Cuadra. Sus argumentos eran que los contrarrevolucionarios se están organizando en los pueblos y ciudades atacando a la milicia, el ejército y personal militar del FSLN, por ello consideraban un deber asumir el control y la vigilancia de esos Contras para delatarlos a los cuerpos de seguridad por ser los CDS los ojos y oídos de la revolución.
El control del barrio exigía un mapa del barrio, censo de vecinos, vigilancia constante y postas en cada cuadra con turnos de guardia en la noche tomando datos de toda actividad sospechosa, incluso si el vecino llega con amigos, paquetes o si llega tarde. Todo esto era pura paranoia del sandinismo.
Si un perro ladraba debía investigarse qué sucedía y para salir de viaje fuera del país se requería de un permiso escrito del jefe del comité del barrio. Se hacía un llamado de alerta para denunciar a un vecino Somocista vigilando todos sus movimientos. Esto dio paso a que la libertad de movimiento fuese seriamente restringida, hubo miedo a falsas acusaciones y de hecho muchas se dieron injustamente contra personas inocentes.
Finalmente después de tener sometido al país en un ambiente tenebroso bajo un régimen dictatorial y totalitario de izquierda pero a la vez con un ánimo engañoso de simular su gran avaricia y ambición explotadora de los bienes de la Patria y del pueblo; se alcanzó la paz en 1990, después de las primeras elecciones libres y transparentes en toda la historia de Nicaragua en donde resultó ampliamente ganadora la Unión Nacional Opositora, UNO, con Doña Violeta Barrios Viuda de Chamorro como Presidente electa.
Así se inició la desmovilización de la Resistencia Nicaragüense como también la reducción del EPS, brazo militar del FSLN y comenzó un largo y difícil camino de transformación de las instituciones del Estado para que pasaran a ser de una expresión ideológica partidaria del FSLN a una representativa de los legítimos intereses de todos los nicaragüenses sin distinciones de ninguna clase, sin exclusiones ni marginaciones.
CATOLICISMO Y SANDINISMO.
Si bien las relaciones entre el gobierno Sandinista con los ciudadanos eran tirantes, más lo fueron con la iglesia. La colaboración que el estado esperaba de la iglesia se vino al suelo cuando la Conferencia Episcopal comenzó a criticar y advertir en cartas pastorales las acciones dictatoriales y las políticas Comunistas Marxistas por las que se encaminaba afanosamente el FSLN.
La hostilidad no se hizo esperar y llegó a ser mayor que la demostrada anteriormente por Somoza contra la Iglesia. Sin embargo, los Obispos nunca perdieron el liderazgo ante su pueblo y el gobierno trató por todos los medios de someter o debilitar la autoridad eclesial de la Iglesia. El Sandinismo preparó una serie de actos de desprestigio y humillación a numerosos sacerdotes y Obispos sin remordimiento ni respeto alguno.
Los planes macabros del FSLN llegaron incluso al extremo de expulsar a decenas de sacerdotes del país, denigrar su imagen de hombres de DIOS y el colmo fue la humillación pública que con vulgaridad y fanatismo ideológico sufrió el Santo Padre Juan Pablo II, en su primera visita pastoral a Nicaragua el 4 de marzo de 1983. Este acontecimiento quito la máscara ante el mundo de quiénes eran el FSLN.
La meta primordial de todo gobierno comunista es suprimir la religión de la conciencia del pueblo y erradicar su influencia. Constantemente el gobierno Sandinista obligaba a las radios católicas a transmitir mensajes en contra de los Obispos de forma irrespetuosa y vulgar con mucho odio. Estas luego fueron clausuradas y cerradas indefinidamente.
Las turbas Sandinistas asediaban las misas y actos católicos para sabotearlos y agredir a sus asistentes al terminar la misa de cara a asustar a los fieles y se alejaran de la iglesia. En 1982 se pretendió suprimir la Semana Santa mediante un decreto del ministro del trabajo que obligaba a trabajar a todo mundo bajo amenaza de despidos y sanciones o castigos ejemplares a los empleados públicos, bancos, comercio y empresa privada. La respuesta del pueblo fue masiva como pocas veces vista antes en la procesión del Viernes Santo y las actividades de Semana Santa. En 1982 se pretendió igual suprimir la celebración de la Navidad, pero este intento fue todavía un fracaso peor.
Los Obispos y la Iglesia en general sufrieron los más graves insultos, desprecio soez, comparaciones humillantes, ataques diabólicos, difamación, calumnias, acusaciones vulgares con una bajeza llena de maledicencia de parte del Gobierno Sandinista y de sus turbas como de todo su aparato estatal y publicitario. Se atentó contra la libertad de enseñanza en los colegios religiosos y se les acusó de conspiradores junto a la CIA.
El 20 de octubre de 1983 ocurrió el ataque al pueblo de Pantasma y el régimen se puso con los pelos de punta y empezó a ver enemigos por todas partes comenzando por la iglesia. También los Sandinistas llegaron a entrenar masivamente a niños de ambos sexos en adiestramiento ideológico y con armas reales sobre todo ametralladoras AK-47 en campos de tiro en las cercanías del aeropuerto Los Brasiles y en las cercanías de la costa del Lago en Mateare para ponerlos como fuerza de choque ante un esperada invasión de los Estados Unidos o ataque de la Contra. Existen videos de niños entrenando en prácticas de tiro con uniformes por el ejército Sandinista.
Hubo advertencias del destino que tendría Nicaragua con los Sandinistas. Por ejemplo, el 8 de septiembre de 1978, el canciller de Costa Rica, Rafael Ángel Calderón de 29 años, expresó en una entrevista que, si cae Somoza, Nicaragua se volverá Comunista. En el mismo mes de septiembre de 1978, 75 congresistas de Estados Unidos urgen al presidente Jimmy Carter apoyar a Somoza de lo contrario el Marxismo saldrá triunfal.
Pero la mayor advertencia vino del mismo Anastasio Somoza Debayle quien también en septiembre de 1978 afirmó en una conferencia de prensa que si él renunciaba al poder y se fuera del País, llegaría en su lugar un gobierno militar mucho más represivo que el suyo. Sus palabras resultaron increíblemente ciertas. A la larga Nicaragua volvería a vivir un Somocismo sin Somoza. Una nueva dictadura más represiva, más letal y más corrupta en los años ochenta.
En perspectiva solamente en los primeros seis meses del FSLN en el poder había más de medio millón de refugiados, sobre todo en Estados Unidos y Costa Rica, más de tres mil ejecutados entre ex guardias y civiles, pobladores desarmados que murieron en ejecuciones sumarias y más de 8 mil presos políticos en las cárceles donde muchos murieron por torturas o fusilados y desaparecidos.
Después de la toma del poder por parte del FSLN el 19 de Julio de 1979, se abrió un nuevo capítulo en la historia de Nicaragua, esta etapa estaría marcada desde entonces por la injusticia, la corrupción y la miseria que impone la ideología Marxista, que tiene la base de su retórica desde la pobreza en que condena a una población entera.
DESGLOCE DE TEMARIO.
CÓMPLICES DEL HORROR.
La debacle y el desastre se dio con el derramamiento de sangre desde el inicio mismo de la revolución en julio del 79, cuando habían más de doscientos mil refugiados y desplazados en otros países, sobre todo Estados Unidos y Costa Rica, habían más de doce mil presos políticos, más de doscientos mil confiscados y más de cinco mil personas asesinadas en ejecuciones sumarias.
SOBARANÍA MANCILLADA.
Los sandinistas en el poder, fueron entreguistas y vende patrias al consentir que la entonces Unión Soviética, hoy RUSIA y los países del bloque socialista, como Cuba e irán, así como movimientos guerrilleros de América Latina que sembraban el terror en sus países, instalaran bases militares y refugio político con actividades de promoción del terrorismo con la total complacencia y sumisión del régimen rojo y negro del FSLN.
RELIGIOSIDAD SUPERFICIAL.
Debido a su ateísmo marxista, la revolución vio como gran enemigo la fe cristiana del pueblo, sobre todo la católica. Se creyeron ellos mismos seres superiores que miraban por encima del hombro a los demás y despreciar a los más humildes, a aquellos que se suponía defendían y protegían con su propaganda mentirosa y embaucadora. Consiguieron la complicidad de ex sacerdotes afines a la teología de la liberación para hacer causa común de que la revolución estaba por encima de todo, hasta de Dios mismo, manipulando los eventos y fiestas religiosas para convertirlos en campañas de publicidad en favor de las falsedades religiosas de los sandinistas. El régimen era anti religioso ateo, con propaganda obscena y profana contra Jesucristo y su iglesia.
LA REVOLUCIÓN POR ENCIMA DE TODO.
La sumisión y la subordinación a la causa sandinista y su régimen era tan enfermiza, que todos los ámbitos de la vida tenían que estar sometidos a los mandatos y caprichos de los extremistas en el poder. Tu vida no valía nada y no era tuya si el gobierno así lo quería, tu casa no era tuya, tu familia no te pertenecía, tu carro, tu comida, tu ropa, tus muebles, tus amigos, nada era tuyo, todo existía gracias a la bondad del sandinismo, y así como ellos te permitían tenerlo, así también te lo podían quitar en cualquier momento. Ellos decidían quién vivía y quién moría, quién estaba arriba y quién por debajo, quién podía estar sano y quién estaba enfermo para morir y una muestra clara era el deprimente estado de los hospitales, los que permanecían sin médicos, sin medicinas en su totalidad, ni siquiera había aspirina, las camas rotas o quebradas sin ropa de cama, las paredes curtidas de sucias y los cuartos para pacientes eran peores que la chureca de deteriorados y llenos de ratas y cucarachas.
UNA ÉLITE PRIVILEGIADA.
Los comandantes y los altos funcionarios del régimen sandinista gozaban de abundancia en comida costosa traída del extranjero sin problemas, mientras el pueblo no tenía ni frijoles ni tortillas para comer, disponían las mejores medicinas, ropa de marca de diseñadores muy costosa y el pueblo vestía harapos, los autos de lujo mercedes benz eran de su uso exclusivo y el pueblo viajando a pie o en chatarras de buses o en esqueléticas bestias de carga para algunos afortunados y así entonces ellos vivían con comodidades de ricos, los poderosos amos del país aglutinados en una élite de privilegiados al amparo del poder. Los socialistas marxistas comunistas vivían hipócritamente como grandes capitalistas. La aflicción del pueblo por no tener qué comer, ni qué vestir, ni saber qué hacer para resolver sus graves problemas, les era algo muy insensible e indiferente para los encumbrados vividores del poder sandinista.
EL PRETEXTO DE LA GUERRA.
En aras de esconder su incapacidad para administrar el país, el contexto de la guerra les ayudo a disimular su desastrosa gestión gubernamental, su corrupción de saquear los bienes del estado sin escrúpulos, sin que existiera un mínimo de institucionalidad, respeto a la ley, ni independencia de poderes o estado de derecho, la guerra les permitió desatar la codicia, acumulación de riqueza, ambición de acaparar un poder político extenso sin límites y desplegar un abuso masivo de represión contra la población indefensa. Todo para ellos, nada para los demás. El pastel de la riqueza y el poder eran solamente suyo. Por eso el país se empobreció tanto en tan poco tiempo, al destruir toda la capacidad productiva e industrial luego de ser confiscada y traspasada al estado.
INICIATIVA PRIVADA CRIMINALIZADA.
Al igual que la vida no tenía ningún valor para los jerarcas del poder sandinista y sus bases fanatizadas, la iniciativa privada fue considerada un crimen, un delito, una amenaza. Los pocos empresarios que quedaron sufrieron cárcel, persecución, exilio, confiscaciones masivas sin justificación alguna, espionaje, represión, persecución, ataques de turbas, destrucción de sus negocios y el sabotaje a sus actividades productivas. Por otra parte, también sufrieron chantaje para medio continuar con sus negocios o extorsiones para dejarlos trabajar. El despojo y la usurpación pasaron de ser delitos a acciones justicieras revolucionarias, en otras palabras, el robo se convirtió en justificación moral para quitarles a los honrados el fruto de su trabajo y entregarlo a vagos, holgazanes y mal vivientes que nunca trabajaron, pero ostentaban el poder.
EL CAMPESINADO Y EL OBRERO SE VOLVIERON INFAMES.
La revolución sandinista desde un inicio mal enseñó a los obreros y a los trabajadores del campo o sea el sector campesino a odiar a sus patrones por ser ricos malvados explotadores que no quisieron nunca compartir su riqueza con ellos, los marginados en la pobreza. Fue así como el trabajador y el campesino que de por sí ya eran egoístas en su forma de ser, se convirtieron en personas muy envidiosas, desleales, desobedientes, desobligados sin cumplir su trabajo y su deber, irresponsables y haraganes mentirosos. Pero lo peor fue que participaron de la política gubernamental de despojo de los bienes de producción y propiedades a sus antiguos patrones y quedarse con lo despojado. No pasó mucho tiempo para ver totalmente destruido y abandonado todo lo que se habían apropiado ilegalmente al amparo de la desvergüenza sandinista.
EL SERVICIO MILITAR PATRIÓTICO OBLIGATORIO.
La peor de las decisiones de la revolución sandinista fue enviar a morir a miles de jóvenes a las montañas sin entrenamiento militar para combatir a la contra revolución a como le llamaron los sandinistas, pero más bien eran campesinos y civiles rebelados contra el comunismo sandinista y sus arbitrariedades y crímenes insoportables. Los contras eran amparados de ex oficiales de la guardia nacional de Somoza y asesores con armamento de Estados Unidos.
Se desangraron los que nunca debieron morir en el vasto sepulcro anónimo de la montaña remota. Las campanas elevan al cielo su tono de sentencia y las sombras de los que no pudieron volver al hogar señalan a los culpables, quienes por muy decentes que hoy aparezcan, no escaparán a su sentencia, el día de su propia muerte al enfrentar al único juez supremo y su justicia divina.
ESCENARIO COTIDIANO EN LA REVOLUCIÓN.
La zozobra, la aflicción, el miedo a ser descubierto, a morir en la cárcel, a ser despojado de todo y quedar en la ruina total, era el pan de cada día en esos horribles días en que transcurrió la revolución sandinista en los años ochenta. Todo era racionado a como acontecía en cualquier país que tuviese la desgracia de ser gobernado por un sistema socialista comunista.
No había agua todo el día, todos los días, se tenía que almacenar agua en unos pocos recipientes para usarla muy cuidadosamente procurando no desperdiciar. No había luz eléctrica, los cortes de luz eran de varias horas al día. Hasta de doce horas diarias y todos los días.
Las pocas radios que existían eran controladas en su programación por el gobierno mediante la vigilancia y el espionaje, los únicos dos periódicos que se leían eran sandinistas y solamente publicaban mentiras y falsedades para favorecer la propaganda del gobierno. Solamente existían dos canales de televisión y eran del estado en donde nada más se podía ver documentales del bloque comunista y sus logros ficticios o desplegaban la propaganda oficialista en favor del gobierno para adecuar las mentes de la población y adoctrinamiento masivo pretendiendo someter la opinión pública a su favor. En pocas palabras, no había nada que ver, nada qué leer ni nada qué oír, diferente al aburrido y tedioso agobiante discurso oficialista.
En los mercados no habían frutas, verduras ni granos básicos para comprar, todo era enviado a Cuba a Fidel Castro y el ciudadano común se quedaba sin nada para comprar, lo poco que se vendía era a escondidas con el miedo de ser descubiertos por las fuerzas del gobierno y todo era confiscado, incluso lo que los campesinos sembraban en sus parcelas, al tratar de venir a los pueblos y ciudades a venderlo, se los arrebataban los militares o agentes del gobierno en retenes para quedárselo ellos y el productor se quedaba sin vender su cosecha y sin dinero para subsistir, de la misma forma les confiscaban las gallinas y los cerdos porque todo era prohibido venderlo.
Las cadenas de supermercados dejaron de existir, no se encontraba ningún supermercado, ningún producto comercial a como se ve hoy. Eran locales deprimentes con los estantes vacíos, ya que fueron confiscados por la revolución por ser una expresión del capitalismo que tanto odiaban. Los convirtieron en centros de racionamiento con abastecimiento miserable. De igual forma dejaron de existir las tiendas comerciales de ropa nueva, calzado, muebles, electrodomésticos, repuestos automotrices, no había nada qué comprar en ninguna parte porque el comercio era prohibido a imagen de los países comunistas como Cuba y Rusia o China.
El combustible era totalmente racionado, no había disponibilidad de gasolina o diesel, el combustible era racionado con cupones emitidos por el gobierno en cantidades ridículas y además había que comprar esos cupones en un solo lugar bajo supervisión estatal. Sólo se asignaban tres galones de gasolina por semana, algo que no alcanzaba a suplir las necesidades de transporte y movilidad de la población. Solamente los funcionarios del gobierno y los altos jerarcas del sandinismo tenían abastecimiento ilimitado de combustible a su antojo.
Nunca antes en Nicaragua se había vivido tanta miseria, tanta ruina, pobreza extrema, sin libertades ni derechos humanos, nunca hasta entonces tanta opresión, necesidades sin resolver. Nunca se había observado tanta injusticia social y política, tanta desigualdad y marginación del pueblo entero. Todo eso fue la verdadera revolución sandinista. Nicaragua pasó con Somoza de un país capitalista, de libre mercado, libre y próspera a una nación empobrecida, con una economía de supervivencia de sálvese el que pueda porque estamos solos, nos convirtieron en un pueblo triste sin esperanzas, nación reprimida, sometida a la peor tiranía destructiva del socialismo marxista comunista que niega los derechos y libertades más básicos del hombre. Lo más doloroso fue y es la separación de las familias por un exilio forzado y prolongado.
En el mes de mayo de 1987, el entonces arzobispo de Managua, Cardenal Miguel Obando y Bravo dijo unas palabras proféticas en el auditorio de la escuela María Mazzarrelo, durante una misa. El Cardenal dijo: “estamos tristes, pero no afligidos, agobiados, pero no acabados. Atacados, pero no abatidos, perseguidos, pero no atemorizados. Oprimidos, pero no doblegados. Quieren dividirnos, pero seguimos unidos en Cristo. Nos desangramos, pero nuestro corazón sigue latiendo. El mal y el odio no tienen la última palabra, Cristo siempre vencerá en el amor, Nicaragua le pertenece a Cristo”. Final.
Se suponía que con la revolución se aspiraba a algo mucho mejor que Somoza, que los anhelos y esperanzas se verían por fin cumplidos, pero la verdad todo llegó a ser mucho peor. Se derramó más sangre, se odió demasiado y se destruyó a todo un país hasta dejarlo sin futuro. El Orteguismo de hoy es el mismo sandinismo de los años ochenta, solo que multiplicado exponencialmente.
Esto es toda la verdad. Yo lo he vivido y he sido testigo en vida de todo esto.
Ing. Marlon José Navarrete Espinoza.
Managua 7 de noviembre de 2025.
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