ES TIEMPO DEL CAMBIO.
Hostigando y saboteando la
democracia desde hace 40 años, Ortega y su frente sandinista han echado a
perder las ilusiones y esperanzas en la democracia, con su ideología
totalitaria Marxista – socialista para aparecer como los únicos salvadores de
la patria, pero al final fueron sus condenadores a la miseria, la injusticia y
la corrupción.
Contra todo pronóstico a
partir del 18 de abril del 2018, después de una suma de eventos represivos e
infames, el pueblo de Nicaragua, encabezado por los jóvenes y campesinos, se
sublevó contra el tirano en una insurrección cívica. Después de tanto abuso
estalló en una revolución ciudadana pacífica.
No fue como en 1979, una
revolución de un pueblo en armas encabezado por una fuerza guerrillera, como era
moda de entonces y la forma de buscar reivindicaciones sociales, para derrocar
a una dictadura dinástica longeva y poderosa en armas y recursos. No fue una
guerra como en la década de los años ochenta, en donde una guerrilla de
campesinos se rebeló contra otra dictadura militar marxista – comunista que
buscaba exportar esa ideología destructora y someter para siempre a su pueblo
en la esclavitud.
En ambas ocasiones cada bando
luchaba contra el otro para aniquilarlo y con armamento abundante, muy sofisticado
y de poder destructivo. El baño de sangre fue lo único que legaron ambas contiendas con
profundas heridas en el corazón y el alma de la población.
Esta vez, el pueblo estaba
tan indignado y exaltado, enojado y resentido que busco la forma de hacer
escapar ese sentimiento de frustración y abatimiento por tanta saña de opresión
y corrupción por parte del régimen que no le quedó otra que explotar en una
protesta masiva que buscaba la salida inmediata del dictador y con toda justa
razón, porque el poder reside en el soberano, el pueblo, que puede cambiar
cuando quiere y las veces que lo desee a un mal gobernante o a quien pone en
marcha una pésima administración.
Los tranques fueron la
expresión más valiente y legítima ante un mal gobernante que le había robado su
soberanía legal y moral. La respuesta de la dictadura fue disparar a matar a
sus estudiantes, sus jóvenes, sus campesinos, mujeres y hombres, ancianos,
niños y hasta bebés sin la menos compasión o remordimiento alguno. Hace falta
mucha valentía para enfrentar armas de guerra y grueso calibre disparando solo
protegidos por las piedras y las voces de protesta de sencillos ciudadanos que
se armaron de valor por su patria.
El tirano supuso que estaba
en otra guerra como en el pasado y el resultado sangriento no tardó en aparecer
con los policías asesinos, paramilitares y colaboradores del partido que
hicieron masivas ejecuciones sumarias con disparos de francotirador o
ametralladoras, desaparecidos después de ser capturados, secuestrados para
aparecer en las cárceles y ser torturados, heridos que se les negó la atención
médica por no ser del gobierno, miles de exiliados y miles de desempleados por
la huida de la inversión.
El último regalo del dictador
es un aumento grosero en el costo de la vida y reducción del poder adquisitivo
de los salarios, todo más caro y menos dinero, somos más pobres. Toda la fuerza
del estado y el partido la lanzaron contra el pueblo indefenso. Un precio muy alto para mantenerse el poder.
Lo que también no deja de
sorprender es la actitud de pasividad y permisividad aún hasta el día de hoy,
después de todas las pruebas de violaciones de derechos humanos y crímenes de
lesa humanidad comprobados contra el régimen, que los grandes organismos
internacionales que deberían procurar justicia y castigo no reaccionan mi hacen
nada, mientras las torturas, la represión, las amenazas y la matanza siguen
impunes por los carroñeros del dictador. Esto es la insoportable y despreciable
doble moral de muchas organizaciones de la comunidad internacional quienes no tiemblan
siquiera ante tanto teatro del horror, miseria, hambre y muerte, no solamente
en Nicaragua sino también en Venezuela de la misma forma.
Pareciera que la diplomacia
rescata al tirano de sus apuros y le ayudan con una salida honorable como si la
mereciera y después parte sin novedad. Algunos países como Rusia o China no les
importan el sufrimiento de estos pueblos sino que le dan la mano al genocida y
le ayudan a empeorar las condiciones de las víctimas, exacerban la crisis en
lugar de resolverla.
Otra forma de crímenes que está aplicando el dictador es la destrucción de los bosques y montañas con el saqueo despiadado de la madera con la complicidad de policía y ejército. está privando a las generaciones futuras, a los no nacidos todavía de gozar de los beneficios y privilegios de poseer esos recursos que son patrimonio de la nación y no de su afán explotador.
A pesar de todo el panorama
desolador, lo que más importa es la justicia tanto para las víctimas como para
sus familias con la debida reparación y resarcimiento. Ellos lo dieron todo,
apartaron sus intereses, sus sueños y sus planes de vida para compartir el de
todos sus hermanos que sufrían y necesitaban apoyo. El instinto animal de la
rebelión salió a enfrentar al poder aplastante y avasallador. Desafiaron al
dominio que humilla y maltrata. Mereciendo vivir como nosotros, sacrificaron
sus vidas generosas y ofrendaron su sangre. Ellos serán el brillante pasado
para iluminar el futuro de la patria. Su ejemplo será imperecedero.
Aunque todo parezca perdido o
abatido y sin importar cuánto se prolongue el conflicto, al final el pueblo de
NICARAGUA SABRÁ CONQUISTAR SU LIBERTAD y se alzará con el triunfo sobre el
tirano perverso y emprenderá un nuevo camino para que nadie como él vuelva a
gobernar. Suspirando y llorando en su alma y corazón podrá salvaguardar la
democracia y la justicia de otra temible dictadura sangrienta, insensible,
corrupta y sin escrúpulos. Es tiempo del cambio, no hay marcha atrás.
DIOS
BENDIGA Y SALVE A NICARAGUA.
MARLON
JOSÉ NAVARRETE ESPINOZA.
8
de abril 2019.
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