lunes, 20 de enero de 2020

¡QUÉ FACIL ES OLVIDAR!

Resulta tan fácil olvidar como parte de la ingratitud  con que pagamos en nuestra vida a todas aquellas personas que por alguna razón les debemos mucho y al mismo tiempo somos complacientes en nuestro recuerdo con quienes nos hicieron daño.

Voy a referirme específicamente en este caso a la ideología rojo y negra del frente sandinista como expresión partidaria, de gobierno y fuerza punitiva de una tiranía desmedidamente indecente, brutal y obscena en la explotación y saqueo de los recursos del país y del estado, así como siniestra en su maldad extrema para cometer crímenes de lesa humanidad tratando de justificarlos a base de miles de mentiras y manipulaciones.

Es sorprendente cómo resulta fácil olvidar que esto lleva sucediendo desde hace más de cuarenta años con escasas voces de protesta que señalan los hechos por su nombre.

Los empresarios y el gran capital se olvidaron que el mismo hombre con el  que hicieron trato y negocios privilegiados en los últimos diez años, fue el mismo quien los despojo en el pasado de sus bienes, empresas y capitales y los obligo a ir al exilio a barrer las calles y lavar inodoros como pobres asalariados sin derecho de reclamar.

Los trabajadores olvidan que antes como ahora, bajo su tiranía no tuvieron, ni tienen ningún derecho de protestar por mejores salarios o condiciones de trabajo, ni menos por un trato más digno. Los empresarios más explotadores y que dan mucho mal trato al obrero son precisamente los sandinistas, cobijados en su discurso populista y demagógico.

Los jóvenes habían olvidado en su mayoría que en los años ochenta los envió  a combatir y morir a las montañas como carne de cañón por miles y en el presente los sigue sacrificando como animales en cacería.

Las mujeres no recordaban que mancillo su dignidad y honorabilidad al arrebatarles la paz en sus hogares  y sus derechos naturales de ser esposas y madres gracias al totalitarismo ideológico y por las prácticas de sometimiento total a una fuerza machista del estado revolucionario.

La niñez fue manipulada bajo una enseñanza guerrerista donde todo debía ser sometido por la fuerza de las armas justificando  el odio a muerte.

La iglesia le dio la mano e hizo amistad con el gobernante, que siempre los aborreció y pretendió eliminarlos como fuera moral y de conciencia, porque sabía que le estorbaban en sus oscuros propósitos de instaurar una dictadura sangrienta y totalitaria a como lo ha logrado en el presente.

Las fuerzas armadas que juraron defender la bandera azul y blanco contra toda amenaza de destruirla, son los mismos que ayer en la guerra civil y hoy en la dictadura, la han manchado de sangre inocente sin ningún remordimiento o pudor, con todo cinismo y descaro, tratan de ocultarlo y además justificarlo, auspiciado y animado por el dictador maligno.

Los profesionales, los técnicos, los emprendedores y propietarios de negocios pequeños no tenían trabajo y no podían llevar el gasto para mantener a su familia, no había pan en la mesa en ese entonces, como tampoco lo hay ahora en el presente bajo la bota de opresión del mismo que se ha enriquecido con creces y disfruta el derroche en la abundancia, despilfarrando el dinero en lujos extremos, endeudando más al país, mientras el pueblo sufre por no comer y pagar altos costos de la vida.

Y aún así desean dialogar con él y negociar elecciones que nunca querrá dar con honestidad y transparencia. Es inmoral negociar con el verdadero terrorista y asesino. Han perdido el horizonte solo por ganar votos en lugar de luchar para sacarlo del poder. La gente no irá a votar sépanlo.

DIOS hará el milagro como en 1990 pero hasta que el pueblo se lo merezca y se lo haya ganado con honestidad y pureza de intenciones. No sigan tomando decisiones que por su orgullo, afectan al pueblo.

Ing. Marlon José Navarrete Espinoza.
20 de Enero de 2020.





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