LA
CRUZ DE LA VIDA DESPUÉS DE LA BLANCA INOCENCIA.
Viendo cómo hoy nos consumen
los problemas y tribulaciones a nuestra existencia con el imperdonable paso de
los años donde nos vamos despidiendo de la salud, el vigor y las fuerzas, pero
además decimos adiós para siempre a familiares y amigos que nos dejan un
profundo vacío con su muerte; me pongo a añorar con nostalgia aquellos lejanos,
pero bellos tiempos de mi infancia. Entonces nada me causaba preocupación ni
aflicción o temor, porque la presencia de mis padres y su protección paternal
me hacían sentir seguro, amparado, amado y protegido contra todo mal alrededor
mío, ya que sabía con certeza que ellos saldrían en mi defensa ante cualquier
amenaza.
Esa es la blanca inocencia
cuando nada te espanta, nada te asusta, todo es un juego y los juguetes o las
mascotas son nuestros grandes aliados para olvidar. No hay compromisos ni
obligaciones financieras que me quiten el sueño, ni miedo a la incertidumbre
sobre cómo haré para pagar los recibos y cuentas del próximo mes porque el
dinero no me alcanza o ya estoy sin trabajo, tengo un pariente muy gravemente enfermo o mi salud es precaria.
La cruz del calvario se nos
presenta cuando perdimos la inocencia de la época más feliz que vivimos o
viviremos. De ahora en adelante la felicidad solo se nos regalará en pequeños
momentos y la amargura, el enojo y la frustración serán más comunes en dominar
nuestro ser convirtiéndose en los reyes del tiempo.
Por eso el verdadero amo del
camino es la cruz, nuestra cruz muy personal para cada quién e innegociable
ante el todopoderoso; a quién solamente podemos rogar nos aligere el peso o nos
conceda hombros más resistentes para cargar esa cruz que a veces sentimos no
poder más con ella.
Por otra parte sabemos y
sentimos que lo único que hace soportable los tiempos turbulentos es el amor. Ese
amor incondicional que pinta paisajes en las cumbres de las nubes en la bóveda
celestial y hace descender el dolor que morirá en el desierto sin brillo,
retornando el vuelo de la felicidad y sucumbiendo la soledad con sus alas rotas
y que derrotada morirá.
No podemos ignorar que
muchas veces nosotros mismos hacemos más pesada nuestra cruz cuando prevalecen
las palabras altaneras y groseras que lesionan los sentimientos, la
insoportable envidia que nos lleva a odiar y codiciar el triunfo de otros, la
codicia desmedida de carroñeros en el poder dictatorial porque son devoradores de la
felicidad y la superación en su pueblo, de la infame rapiña de los explotadores
poderosos que construyen fortuna sobre tumbas de desdicha en la miseria y la
ruina social de sus semejantes. De voltear la mirada porque preferimos ignorar
al que sufre.
Se hace más pesada la cruz
cuando rechazamos un buen consejo o advertencia de alguien que nos quiere y
cuando todo nos sale mal, le buscamos apresuradamente para que nos ayude a
salir del mismo problema que ya nos había advertido antes y hasta le exigimos
con malacrianza su apoyo, como si tuviera obligación de ayudarnos o le vemos
cara de bombero o para médico. Así hacemos con DIOS, lo buscamos en la urgencia
como si fuera ambulancia o enfermero que está disponible a nuestro capricho.
Ni hablar de nuestras
propias casas las que en vez de ser hogares, son más bien hoteles donde cada quien
vive egoístamente su vida en su habitación y le prohíbe la entrada a su mundo a
aquellos en que se supone debería amar y confiar sin medida ni condiciones. Podemos
estar rodeados de amor y sin embargo preferimos la amargura de la soledad para
no compartir. Depositamos nuestra fe en cosas materiales que se acaban y son
temporales, despreciando lo único que prevalece en el tiempo y la eternidad que
es el amor del Señor.
Ing.
Marlon José Navarrete Espinoza.
3
de Mayo, 2020. Día de la Santa Cruz y el Buen Pastor.
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