domingo, 3 de mayo de 2020

LA CRUZ DE LA VIDA DESPUÉS DE LA BLANCA INOCENCIA.

Viendo cómo hoy nos consumen los problemas y tribulaciones a nuestra existencia con el imperdonable paso de los años donde nos vamos despidiendo de la salud, el vigor y las fuerzas, pero además decimos adiós para siempre a familiares y amigos que nos dejan un profundo vacío con su muerte; me pongo a añorar con nostalgia aquellos lejanos, pero bellos tiempos de mi infancia. Entonces nada me causaba preocupación ni aflicción o temor, porque la presencia de mis padres y su protección paternal me hacían sentir seguro, amparado, amado y protegido contra todo mal alrededor mío, ya que sabía con certeza que ellos saldrían en mi defensa ante cualquier amenaza.

Esa es la blanca inocencia cuando nada te espanta, nada te asusta, todo es un juego y los juguetes o las mascotas son nuestros grandes aliados para olvidar. No hay compromisos ni obligaciones financieras que me quiten el sueño, ni miedo a la incertidumbre sobre cómo haré para pagar los recibos y cuentas del próximo mes porque el dinero no me alcanza o ya estoy sin trabajo, tengo un pariente muy gravemente enfermo o mi salud es precaria.

La cruz del calvario se nos presenta cuando perdimos la inocencia de la época más feliz que vivimos o viviremos. De ahora en adelante la felicidad solo se nos regalará en pequeños momentos y la amargura, el enojo y la frustración serán más comunes en dominar nuestro ser convirtiéndose en los reyes del tiempo.

Por eso el verdadero amo del camino es la cruz, nuestra cruz muy personal para cada quién e innegociable ante el todopoderoso; a quién solamente podemos rogar nos aligere el peso o nos conceda hombros más resistentes para cargar esa cruz que a veces sentimos no poder más con ella.

Por otra parte sabemos y sentimos que lo único que hace soportable los tiempos turbulentos es el amor. Ese amor incondicional que pinta paisajes en las cumbres de las nubes en la bóveda celestial y hace descender el dolor que morirá en el desierto sin brillo, retornando el vuelo de la felicidad y sucumbiendo la soledad con sus alas rotas y que derrotada morirá.  

No podemos ignorar que muchas veces nosotros mismos hacemos más pesada nuestra cruz cuando prevalecen las palabras altaneras y groseras que lesionan los sentimientos, la insoportable envidia que nos lleva a odiar y codiciar el triunfo de otros, la codicia desmedida de carroñeros en el poder  dictatorial porque son devoradores de la felicidad y la superación en su pueblo, de la infame rapiña de los explotadores poderosos que construyen fortuna sobre tumbas de desdicha en la miseria y la ruina social de sus semejantes. De voltear la mirada porque preferimos ignorar al que sufre.

Se hace más pesada la cruz cuando rechazamos un buen consejo o advertencia de alguien que nos quiere y cuando todo nos sale mal, le buscamos apresuradamente para que nos ayude a salir del mismo problema que ya nos había advertido antes y hasta le exigimos con malacrianza su apoyo, como si tuviera obligación de ayudarnos o le vemos cara de bombero o para médico. Así hacemos con DIOS, lo buscamos en la urgencia como si fuera ambulancia o enfermero que está disponible a nuestro capricho.

Ni hablar de nuestras propias casas las que en vez de ser hogares, son más bien hoteles donde cada quien vive egoístamente su vida en su habitación y le prohíbe la entrada a su mundo a aquellos en que se supone debería amar y confiar sin medida ni condiciones. Podemos estar rodeados de amor y sin embargo preferimos la amargura de la soledad para no compartir. Depositamos nuestra fe en cosas materiales que se acaban y son temporales, despreciando lo único que prevalece en el tiempo y la eternidad que es el amor del Señor.

Ing. Marlon José Navarrete Espinoza.

3 de Mayo, 2020. Día de la Santa Cruz y el Buen Pastor.



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