HACERSE EL CIEGO ATRAE GRAVES CONSECUENCIAS.

HACERSE EL CIEGO ACARREA GRAVES CONSECUENCIAS. Al igual que tantas personas afligidas por la situación actual de Nicaragua, me pregunto constantemente cómo han llegado tan lejos los acontecimientos que nos tienen sumergidos en la peor tiranía de nuestra historia y un elevado costo de la vida con tantos problemas empeorando que no les vemos final ni remedio. Es una crisis tan profunda en todos los aspectos que deberíamos cuestionarnos nuestro proceder. Hay muchos responsables en esta desgracia que nos somete, primero están los propios políticos vividores y oportunistas que por proteger sus actos de corrupción le sirvieron en bandeja de plata la cabeza de la democracia de Nicaragua al dictador y le posibilitaron volver al poder sabiendo lo que había sido en el pasado. La oligarquía, el gran capital que sólo pensaba en sus ganancias olvidando que sus generosas sumas de dinero crecen gracias al pueblo trabajador que les compra sus productos y lo sacrificaron por protección privilegiada del tirano. Cambiaron la libertad, la democracia y la paz por dinero, ahora manchado de sangre. Algunos líderes religiosos, sobre todo pastores evangélicos que más bien son mercaderes del templo, se aprovecharon de la fe de la gente y su necesidad de DIOS, para hacerse ricos explotando a sus fieles y recibiendo jugosas sumas de dinero del gobierno a cambio de alabanzas al régimen y lavar el cerebro en sus templos. La misma policía y el ejército que eligieron el camino de la represión y tortura sangrienta contra su propio pueblo al que supuestamente deberían defender y proteger; se convirtieron en sus verdugos por dar su lealtad a un enfermo mental, psicópata asesino y trastornado extremista ideológico totalitario, fantasma del pasado. No se puede dejar fuera de esta responsabilidad compartida a la comunidad internacional, la que durante muchos años no se pronunció ni hizo nada para detener al dictador en su camino al totalitarismo. No vieron los fraudes electorales masivos, uno tras otro y guardaron silencio cómplice ante las graves violaciones a los derechos humanos, las libertades y las leyes constitucionales que eran atropelladas por el dictador. Callaron convenientemente para favorecer a un maniático corrupto desequilibrado y enfermo de poder sin límites. Le permitieron fortalecerse y afianzar su maligno y despótico gobierno y dejaron morir a su suerte a los nicaragüenses a merced de los caprichos malévolos del dictador. Para qué están entonces los tratados internacionales, la carta democrática de la OEA, los acuerdos mundiales para defender los derechos humanos, las cortes penales internacionales y sobre todo expulsar a un tirano que vuelve ingobernable su país por romper el orden constitucional. Todos callaron y lo dejaron hacer lo que quisiera a su antojo y en esto están involucrados desde la ONU, Obama, la OEA, la Unión Europea y los países vecinos de América Latina. Todos y cada uno se hicieron los ciegos y nos dejaron solos a los nicaragüenses para favorecer a un genocida sin escrúpulos ni principios morales que siquiera tenga un poco de amor por su patria en donde en él prevalece el insaciable deseo de saquearla. Se acostumbra a comparar la situación con la dictadura de Somoza que fue derrocado por una sumatoria de acciones conjuntas y la más decisiva, fue la de Estados Unidos. Sin embargo a final de cuentas Somoza enfrentó una rebelión armada de una organización guerrillera marxista que supo aprovechar el descontento y hastío nacional de todo el pueblo en contra suya y que finalmente se le rebeló masivamente. En cambio la dictadura de Ortega no ha enfrentado una insurrección armada como Somoza o golpe de estado a como quiere hacer creer al mundo, sino una insurrección cívica desarmada, una revolución civil que el pueblo en todo su derecho y harto de tantos abusos de poder y represión, terminó rebelándose para decir basta ya. Es el pueblo el que decide quién gobierna y por cuánto tiempo en su soberano derecho con libertad de elegir y expulsar del puesto, cuando se requiera, al mal gobierno. No se puede pasar por alto la propia indiferencia política de los nicaragüenses, pues el hecho de no interesarse en si los candidatos son idóneos para una elección, más el hecho de pensar que la política no les da de comer o no les ayuda a vivir, ha provocado el mega desastre catastrófico que hoy vivimos. No cumplir un deber cívico o hacernos los ciegos con la responsabilidad moral de saber escoger candidatos y participar en la política como un deber y a la vez un derecho ganado con tanto dolor y sangre de muchas vidas ofrendadas en el pasado; es algo que raya en lo criminal y nos ha llevado al abismo profundo del que hoy no sabemos cómo salir o escapar. Somos responsables nos guste o no. No podemos continuar de ahora en adelante con esa indiferencia. La rebelión de abril del 2018 no fue para que salgan ahora candidatos presidenciales ambiciosos o reformas electorales llenas de fantasías que no ocurrirán, sino para salir de la dictadura; no para negociar y convivir con el tirano con su régimen represivo. Por eso me pregunto el porqué la comunidad internacional en su conjunto no lo declaran gobernante dictador ilegítimo, le imponen un embargo mundial de armas y municiones, le abren un juicio penal por crímenes de lesa humanidad y sobre todo en conjunto con todos los sectores de la sociedad nicaragüense unidos, se le exige su salida del poder y del país al exilio a lo inmediato para desmantelar todo su aparato represivo y montar un gobierno o junta de gobierno transitorio, pero no estar esperando que conceda elecciones libres y transparentes, como si no supieran que jamás las concederá porque su derrota sería arrolladora. Es chocante pero cierto. A la larga, hacerse el ciego trae consecuencias fatales y prolongado daño irreparable. Yo sé que algo mejor llegará para los nicaragüenses después de la dictadura. Lo que le han negado al pueblo por generaciones hasta hoy, brillará en el futuro para todos. Ing. Marlon José Navarrete Espinoza. Managua, Nicaragua. 29 de Septiembre de 2020.