domingo, 20 de junio de 2021
HONRANDO LA MEMORIA DE MI PAPÁ EN EL DÍA DEL PADRE.
Mi papá como todo buen padre de familia fue muy responsable, abnegado, trabajador incansable, estudioso y protector cumplido de su hogar. No puedo olvidar los paseos dominicales en aquel tiempo al aeropuerto internacional, donde en el mirador disfrutábamos de ver aterrizar y alzar vuelo a los diferentes aviones de pasajeros que llegaban, en especial la PAN AMERICAN. Él era un gran admirador de la aviación y después íbamos a comer a algún restaurante.
De noche rezaba un padre nuestro y un ave maría antes de dormir, lo hacía solo y en silencio, madrugaba para ir al trabajo y regresaba entrada la noche, por lo que el Domingo era el único día en casa o para salir en familia. Gracias a su trabajo intenso logro superarse económicamente y tuvo mucho éxito profesional y financiero, pero eso le ganó la enemistad de muchos envidiosos quienes no tardaron en desquitarse al momento del triunfo de la mal llamada revolución popular sandinista en Julio de 1979. Fue acusado de Somocista y esto basto para que lo arruinaran.
Lo capturaron de noche en su casa de habitación, sacándolo en paños menores y a punta de golpes de los guardias de la patrulla y fue montado al jeep Toyota de la seguridad del estado al mando de Lenin Cerna. Fue llevado a la cárcel del antiguo chipote y fue torturado. Lo metieron en celdas conocidas como la chiquita que eran tanques de hierro enormes con una sola puerta por varias horas soportando altas temperaturas de calor en el día y temperaturas muy bajas en la noche y madrugadas muy frías por efecto del metal en el cuerpo. Los interrogatorios se los hacían a altas horas de la noche por varias horas sin dejarlo dormir, lo dejaban sin comer ni beber agua en lo absoluto por hasta tres días y después solamente le pasaban una vez al día un vaso de agua con una tortilla tostada y sal. Las amenazas de muerte eran constantes en los largos interrogatorios más los golpes y patadas de los interrogadores.
En una ocasión le apretaron los dedos de la mano derecha con unas tenazas y en varias ocasiones lo sumergían boca abajo amarrado de los pies en un barril de agua helada para ahogarlo y luego lo sacaban y lo volvían a sumergir y admitiera delitos que le habían inventado y de los que era inocente. Por las madrugadas lo bañaban con mangueras en las celdas. La bolsa de comida que mi madre le llevaba cada semana, el teniente o el oficial a cargo de recibir la bolsa de comida jamás se la entregaron y se la repartían entre ellos, todos los guardias de la cárcel y a él no le entregaban nada, robándose todo lo que mi madre le acarreaba y le hacían creer que la recibía y no era cierto.
Como no cedía o no confesaba auto culpándose de sus acusaciones falsas, no le daban de comer y en varias ocasiones lo amarraban con las manos hacia atrás y amarrados los pies y piernas, lo ponían boca abajo, entonces le pasaban un plato solo con frijoles y como tenía mucha hambre lo obligaban a comer como perro usando solo lo boca para tragar, mientras los guardias se carcajeaban a su alrededor con una andanada de insultos y burlas a su honor de ser humano y si no quería comer así de ese modo, le azotaban la espalda con un cinturón de cuero.
En dos ocasiones fue prisionero político o prisionero de conciencia. Cuando salió libre, él cambió mucho, ya no fue el mismo y se volvió distante y alejado de su familia. Pero su carácter permaneció inalterable y su temple severo se mantuvo. No perdió la dignidad y luchó por volver a superarse después que le confiscaron sus propiedades, sus bienes y dinero, sin embargo jamás se dio por vencido ni agachó la cabeza a sus torturadores. Pero aún con eso, las marcas de la cárcel injusta y las torturas recibidas no se fueron de su mente ni de su vida, mermando su salud. Murió hace diez años sin poder ver que se le hiciera verdadera justicia. Hay muchos involucrados con los despojos y torturas que le hicieron y aparecen hoy como honorables.
Este relato pareciera un hecho del presente, en la Nicaragua del 2021, pero realmente sucedió en 1979 y 1980, es decir hace cuarenta años. Pero los asesinos, los ladrones, los torturadores, los bestiales viles violadores de derechos humanos, los autores de masacres y crímenes de lesa humanidad siguen siendo los mismos sandinistas de hace cuarenta años, quienes jamás aceptaron ni enmendaron sus crímenes, nunca enfrentaron la justicia para pagar por ellos, pero ante la justicia divina no podrán escapar. Esto para que vean todos que no es solamente ahora a partir del 2018 que la dictadura sandinista comenzó a torturar, encarcelar injustamente con acusaciones falsas y a violar los derechos humanos. Igual sucedió en los años ochenta durante la primera dictadura militar sandinista y ellos son todos culpables y no debe olvidarse. Para entonces la tal revolución era un hecho heroico y el mundo entero ignoró la verdad.
Los sandinistas como buenos discípulos del marxismo o la izquierda progresista como le llaman hoy, son fieles en despreciar la vida y la dignidad humana, atacando con saña a todo aquel que no se arrodilla ante su socialismo embustero y su mesiánico comandante. A mi padre no le gustaba la injusticia ni la deshonestidad, desde niño trabajó duro en haciendas de Chontales ganando un chelín al día y se vino caminando hasta Managua para estudiar y logro coronar tres carreras universitarias que desempeño con ética y honradez.
Nos tocará sufrir mucho para después poder tocar la alegría. La pesadilla va a pasar, pero antes, debemos atravesar el dolor y la pena para alcanzar el sueño. Debemos merecer el cielo no sin antes caminar por la tristeza y la aflicción para ganárselo. Lo profundo de la oscuridad nos ayuda a valorar la luz de las alturas y aprendamos de una buena vez a no perderla de vista de nuevo.
Que siempre descanse en paz mi padre y todos los papás que dejaron amor en su camino.
Ing. Marlon José Navarrete Espinoza.
Managua. 21 de Junio de 2021.
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