lunes, 3 de febrero de 2025
LA DOBLE MORAL DE LAS IDEOLOGÍAS TOTALITARIAS.
Hablando claro y directo las ideologías totalitarias, que por cierto han abundado en el último siglo y se rigen por los mismos propósitos de sometimiento y avasallamiento de las sociedades humanas, tratan por todos los medios tecnológicos y tradicionales de expandir su influencia y convencimiento de las masas para conquistar a la humanidad y gobernarla con esclavitud, violencia y explotación.
Incluyo en este paquete no solamente al ya de sobra conocido socialismo marxista comunista, sino a la ideología de género, el feminismo y los abortistas, aglutinados en partidos políticos de extrema izquierda como de organizaciones mal llamadas civiles o no gubernamentales, como plataforma de lanzamiento y ataque contra los valores de la civilización democrática occidental.
Veamos algunos aspectos sobresalientes que los distinguen. Por ejemplo, la democracia se basa en la participación de las mayorías en una nación a través del voto libre y popular para elegir su destino, su futuro, su forma de gobierno y su bienestar general que aseguren una sobrevivencia dichosa y plena donde cada individuo cumpla sus metas y sueños en la vida. En cambio, la ideología de género y socialistas radicales basan su proyecto político en el gobierno de las minorías, sacrificando la participación, así como la opinión de las mayorías, donde estas se ven desplazadas y hechas completamente a un lado, como si fueran un estorbo o un obstáculo para ellos lograr imponer su agenda radical. Los que dicen defender los derechos humanos en la oposición los manipulan como pretexto para presionar a la sociedad y al gobierno democrático de turno para exigir un cambio a la medida de sus intereses ideológicos. Una vez en el poder, esos derechos desaparecen.
No defienden a la familia tradicional, al contrario, pretenden destruirla y desaparecerla adoctrinando hasta a los niños y jóvenes a acomodarse a modelos de formación rebeldes, inmorales, indecentes, vulgares, chocantes y groseros. Ponen el conflicto en la mesa de los hogares, inducen a la confrontación de hijos contra los padres, hermano contra hermana, esposa contra su marido, niños contra las niñas y en todo esto fomentando el odio de unos contra otros o de todos contra todos porque se oponen a todo lo tradicional. Se han esforzado en penetrar los principios del cristianismo y orientarlo a sus criterios a conveniencia, aunque en la realidad odian a Cristo y su Iglesia porque saben que son un freno a sus pretensiones de tiranía absoluta. Comprenden a la perfección que, si logran desaparecer la religión, la familia y la democracia, tienen el camino libre para el triunfo de su ideología represiva y si penetran la cultura de los pueblos se garantizan la longevidad de sus ambiciones de poder absoluto que paulatinamente nos irán destruyendo.
Si la sociedad en su conjunto o sino también organizada en sectores representativos se oponen ejerciendo el legítimo derecho a la protesta o la crítica, entonces son señalados con agresividad verbal y violencia psicológica para luego ser tachados de xenófobos, homofóbicos, racistas, abusadores discriminadores, sexistas, fascistas, intolerantes o hasta pederastas y pedófilos, cuando en realidad los intolerantes y fascistas son ellos mismos. Quieren que la mujer odie al hombre a muerte para hacer desaparecer la figura paterna del hogar o que ser madre significa la ruina de la mujer, cuando la razón de ser de la mujer e incluso su misión en la vida y su mayor aspiración es ser madre, esposa y formar un hogar, además de su formación profesional la que nunca implica renunciar a lo anterior por conquistar metas de crecimiento académico. El estudio y el trabajo no se oponen a la creación de la familia o la realización personal a como han hecho creer a millones.
No pretendamos ignorar la nociva influencia creciente de estos postulados de tiranía totalitarista del feminismo, la ideología de género, abortistas, izquierdistas comunistas, marxistas o socialistas, disfrazados de demócratas, quienes en realidad aborrecen la democracia y la libertad. Todos, ellos nos llevan al abismo de la extinción completa de la raza humana. No les dejemos un vacío emocional o racional para que lo llenen con sus errores y engaños embusteros.
La paz no debe pagarse al precio más alto del silencio, ni de la sangre o con el sometimiento manso que da paso al abuso y el atropello o la rendición de mis principios para evitar una supuesta mayor confrontación e incluso relegar mi lugar en la sociedad para que otro decida por mí en nombre de la estabilidad y la armonía social. La libertad jamás ha significado la doble moral del libertinaje, la igualdad no quiere decir relegar el legítimo derecho de muchos por imponer a unos pocos. La pasividad, la ambigüedad y la vacilación le permiten al engañador elevarse.
Finalmente, el lugar irreemplazable que Dios ocupa en nuestras mentes y corazones no será desplazado ni relegado a un mero concepto sin importancia mientras no lo permitamos. Nadie podrá conquistar el amor que le entregamos al Señor si nos plantamos firmemente a defender nuestra fe.
Bendiciones a todos.
Ing. Marlon José Navarrete Espinoza.
Managua febrero 3 del 2025. Año Santo.
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