martes, 4 de marzo de 2025

LA PRIMERA GRAN LIBERTAD, ES LA LIBERTAD RELIGIOSA. La primer gran libertad del ser humano desde la historia antigua, antes de experimentar y conocer otras libertades en el paso de los siglos, así como los derechos humanos; fue precisamente la libertad de culto o libertad religiosa. Pero no hablo de la libertad religiosa de la humanidad antigua, ya que, en las civilizaciones de antaño, no se permitía practicar la religión del reino o el imperio en el que vivían las personas de ese tiempo, que no fuera la del rey o de los sumos sacerdotes de esa cultura. Me refiero específicamente al derecho que TIENE DIOS MISMO de ser adorado por su pueblo que cree en ÉL. Dios quiere y pide ser amado y adorado en el lugar y las condiciones que el mismo Dios reclama como un derecho y un deber en su condición de Divinidad Suprema y Creador. Sino veamos lo que paso con el pueblo hebreo cuando fue esclavizado por 430 años y DIOS escucho sus lamentos. La condición y el deseo que DIOS le hizo saber a Moisés para liberar a los hebreos del faraón y sometimiento egipcio fue que una vez liberados, viajaran por el desierto hasta el Monte Sinaí para ser adorado por todos colectivamente por primera vez y entregarle las tablas de su ley para regir la forma de culto que él deseaba y regular la convivencia pacífica entre su pueblo. Siglos después, el pueblo de Israel fue liberado de otro longevo cautiverio de 70 años en Babilonia y la condición fue que el pueblo liberado de esa época, reconstruyera el templo para ser adorado en ese mismo lugar que el Señor eligió para rendirle culto. Después de que Dios castigó a Israel por haber roto sus mandamientos y por sus muchos pecados con un sufrido cautiverio, el decreto del rey Ciro, permitió a los Israelitas volver a su tierra, aunque la hallaron en ruinas después de la conquista de quién los llevó como prisioneros, el rey babilónico Nabucodonosor.II. Hoy en día en nuestra era moderna se habla de muchas libertades y que son legítimas, tales como la libertad de expresión, de pensamiento, política, de organización civil, de movilización, de propiedad privada, de conciencia, de elegir que es muy amplia y va desde un gobierno y sistema social hasta la comida o ropa que me gusta, etc. Todas son relevantes e imprescindibles, pero ninguna existiría en el presente si primero no hubiese aparecido la libertad religiosa o el derecho que tiene Dios de ser alabado y adorado con amor a como ÉL quiere que lo hagamos quienes le conocemos y le tenemos fe y confianza. Pretender limitar, suprimir, coartar o eliminar ese primer gran derecho conlleva a como dijo una vez san juan pablo segundo que, ahí donde se violan los derechos de Dios, se terminan violando los derechos del hombre. Si eso pasa, entonces los demás derechos y libertades vienen cayendo bajo el cautiverio de la represión, el sometimiento de las ideas, el encierro del pensamiento, la cárcel del cuerpo humano y la esclavitud de la voluntad humana que sucumbe al yugo opresor del tirano. La descomposición social en nuestros pueblos empieza por una mala calidad de la educación básica y la cual después se deriva en inmoralidad social, la depravación y la indecencia. Es la degradación total del ser humano que llega a degenerar sus costumbres y hábitos a la mayor bajeza. Este es precisamente el escenario de una formación con Dios ausente donde no existe libre adoración. También observamos de manera inevitable, que ese vacío se llena con la idolatría de lo material, de lo mundano. Las personas empiezan por adorar como ser superior a otro hombre, al dinero, a la multitud de propiedades o bienes lujosos, a la ansiedad y obsesión de poseer inmensa riqueza, la opulencia, los vicios del licor y las drogas, el oro, las joyas o los autos de gran valor. La acumulación de poder desenfrenado y absoluto, ideologías radicales que son intolerantes y totalitarias. Todo eso junto desplazan el lugar del Dios verdadero, lo excluyen y lo marginan ya no solo a un lugar muy secundario o relativo, sino a desaparecerlo de la conciencia de la humanidad como un simple pensamiento sin importancia alguna. Cuando Dios desaparece de la mente del ser humano, también desaparece lo sagrado, la vida, la familia, la justicia, los valores morales, la sabiduría, la compasión, la solidaridad, la ética, la patria, la paz, la armonía social, el orden y la prosperidad. Olvidamos que el afán por tener sin medida ni escrúpulos, la ambición y la codicia nos hace entrar en agonía cuando vemos venir la muerte y no podemos hacer nada para retener lo que supuestamente nos hizo gozar en vida. La agonía y tristeza aumentan porque no sabemos a dónde irán a parar o a manos de quién lo que acumulamos con tanta avaricia y egoísmo. Lo único que no se puede negociar, suplantar, comprar o acaparar es a DIOS mismo, su amor y su misericordia. En conclusión, si al Señor le queremos arrebatar la libertad de ser adorado, lo perderemos todo. Ing. Marlon José Navarrete Espinoza. 5 de marzo de 2025.

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