domingo, 3 de agosto de 2025
ES UN DEBER MORAL INELUDIBLE VOLVER A EMPEZAR DESPUÉS DEL DESASTRE.
Es un deber moral ineludible, inevitable e improrrogable, volver a empezar después del desastre destructor que ha dejado tanto daño y que resulta imposible calcular y cuantificar. Solo sabemos de la enorme cantidad de consecuencias negativas a mediano y sobre todo a largo plazo. Pero sin importar el tamaño del daño causado, no hay que darse por vencido o derrotado dejando las cosas a como quedaron, sino de volver a comenzar desde cero para edificar y reconstruir algo nuevo, duradero y mejor que lo de antes.
Si por otro lado, queremos reconstruir lastrando los errores y malos hábitos del pasado, lo que va a pasar es que echaremos a perder todo el sacrificio y sufrimiento de tantos años que hemos soportado los peores vejámenes, abusos y atropellos de los poderes dictatoriales y tiránicos que nos han esclavizado, subyugado y sometidos a la represión y la manipulación del engaño, la dictadura de la mentira y el despojo de nuestra dignidad y honor.
Si hacemos lo mismo que hacían los políticos corruptos y vividores del pasado que llegaban al poder a hacerse ricos del dinero del pueblo, entonces no habrá futuro. Si no somos capaces de cambiar no podremos nunca pasar la página para escribir una nueva historia. Si repetimos la miseria de explotar las riquezas del país como carroñeros, parásitos del presupuesto, saqueadores de los recursos que pertenecen a todos los ciudadanos y generaciones, entonces estaremos fracturando los cimientos de la nueva libertad y democracia que hemos esperado y soñado tanto.
Los bienes del estado no le pertenecen al gobernante ni a su familia para usarlos a su capricho, el erario público no existe para beneficiar a la clase poderosa o las élites dominantes. Existe para ser simplemente administrado en beneficio y progreso de todos los ciudadanos de la nación sin excluir o marginar a nadie porque el país le pertenece a todo el pueblo junto y unido.
Por muy grande que haya sido el daño después de casi medio siglo, por mucho que se haya expandido o desplazado la corriente destructora y aunque parezca incontable o incuantificable el alcance del perjuicio ocasionado por tantas decisiones que derrumbaron la institucionalidad y la legitimidad de la ley, lo más importante es comenzar de cero otra vez, volver a empezar para edificar, elevar la dignidad de la patria y el orgullo pisoteado por las humillaciones del poder. De nada sirve estar quejándose o recriminando o reclamando lo inalcanzable o exigiendo lo imposible e incluso clamando lo que se ha perdido. Volver a empezar de cero es la única solución y un deber moral ciudadano ineludible e irremediablemente imprescindible. No estorbar ni estropear la unidad donde radica la fuerza renovadora. El país ya no necesita de radicales ni de intransigentes rebeldes altaneros copados de codicia, malicia y ambiciones egoístas. Ya tuvimos demasiado de eso y no debemos retroceder a elevar a embusteros y charlatanes demagogos que nos condenarán a repetir el sufrimiento de un pasado que se empecina en encadenarnos al dolor y la pérdida.
Debemos ser capaces de proponernos en erradicar y echar lejos la maldición que nos ha doblegado y abatido en nuestra historia y que precisamente es aferrarse a un poder absoluto sin límites ni escrúpulos e indefinido en acapararlo. Tenemos y estamos obligados a ser diferentes, a reconciliarnos sin ser débiles, a cambiar sin ser soberbios, a ser humildes sin ser mansos, dóciles o tontos útiles para que se aprovechen los vivianes y oportunistas trepadores.
Por último, insisto como en tantas veces anteriores que, si excluimos a Dios de nuestros planes, estos irán al fracaso, si creemos no necesitar de Dios, no lo respetamos, lo marginamos, no lo ponemos de primero y antes que todo y por encima de todo, nada estamos haciendo. Es vital no olvidar jamás que, sin Dios en nuestro corazón, no romperemos la maldición.
Libertad para vivir, vivir libres con responsabilidad sin lastimar a otros.
Nuestra Madre Santísima, Santa María de Los Ángeles, ruegue por nosotros sus hijos.
Ing. Marlon José Navarrete Espinoza. Managua, agosto 3 de 2025.
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