domingo, 6 de enero de 2019





 LA CAPILLA SOÑADA.

En una zona montañosa, muy remota cerca de una pequeña comunidad; un humilde sacerdote conocido como el Padre Segundo, cuyo nombre era Segundo Montoya, había transitado su misión de fe con dedicación y constancia apostólica entre los árboles con fuertes vientos y la maleza tupida en la fría noche. Caminaba veredas bajo ardiente sol o la lluvia tormentosa para poder llevar casa a casa el pan espiritual.

Uno de tantos días, estando ya entrado en años y muy enfermo pensó que a medida que las fuerzas de la juventud lo abandonaban, debía hacer algo diferente y qué mejor que aquel sueño que durante tantos años había acariciado en su mente para que los pobladores a los que pastoreaba, peregrinaran a un pequeño sitio santo que él concebía como una ermita o capilla.

Su preocupación evidente era no tener dinero para esa obra por lo que debía recurrir por la ayuda humilde de sus muy pocos feligreses y uno que otro amigo adinerado.

Sin embargo sus amigos no lo apoyaron y lo dejaron solo con su iniciativa pues ninguno estuvo dispuesto a darle parte de su dinero para tal fin. Cuando el cura vio que no le colaborarían con un solo centavo entonces decepcionado pero no derrotado, tomo la difícil decisión de vender sus pocos bienes personales para financiar la obra, no sin antes enfrentar la férrea oposición de sus parientes. Sin embargo no renuncio a sus propósitos para cumplir su meta.

Así fue como pudo comprar un pequeño lote de terreno en un área boscosa cerca del caserío, pero a su vez suficiente para empezar la construcción de un espacio sagrado de oración para congregar almas.

Con los pocos habitantes de la comunidad dispuestos a ayudarle en lo que pudiesen, echo a andar el proyecto de la capilla. Tardo cinco años en reunir los fondos necesarios y otros dos años en construir la obra dado los infaltables atrasos por falta de fondos en ciertos momentos del avance del proyecto y por lo que hubo de detenerse en varias pausas hasta que el faltante estuviese cubierto. En total duro siete años la obra.

Por fin llegó el momento en que el proyecto dejo de serlo y se convirtió en obra completada, misión cumplida. La capilla fue inaugurada y consagrada por su Obispo y la felicidad del pobre cura era más que jubilosa.

A la salida de la ermita el padre Segundo conversaba con otras personas, despedía y saludaba a los fieles y fue cuando entonces se le acerco Don Serapio, un hombre amargado y de mal humor que le dijo al cura:”Tanto alboroto y bulla de parte suya por una mísera cueva de pieza diminuta e insignificante, además de horrible, como que si se tratase de una catedral o una basílica”. “Gran cosa y además de tan chiquita es inservible por su tamaño, mejor hubiera construido una escuela”.

Muy contrariado el cura le respondió: “Mire Don Serapio, en primer lugar el hecho de que a usted no le guste, no significa que es inútil o fea. Ese es su problema”.
“En segundo lugar podrá ser muy pequeña o incómoda si usted quiere, pero para mí, esta capilla representa el mismo gran valor como una catedral o una basílica porque es la culminación de un sueño. Una meta de vida que solo con la ayuda de DIOS pude hacerla realidad y terminarla. Varias veces estuve a punto de renunciar”.

“En tercer lugar y para terminar, si vino solamente a criticar o hablar mal, mejor váyase a hacerlo a otro lado y no lo haga aquí porque no necesito de sus necedades. Lo que para usted es irrelevante, para mí no lo es. Lo que para usted es basura, para mí es un tesoro. Debemos aprender a respetar la aspiración de cada persona y no desalentarla. Si usted nunca tuvo perseverancia en un propósito o meta de vida porque le dio miedo arriesgarse, entonces jamás sintió la satisfacción del deber cumplido o de un triunfo”. 

Don Serapio solo atino a retirarse del lugar sin decir más una palabra.

Durante muchos años el humilde sacerdote oficio misa en la pequeña capilla del caserío y la campana se escuchaba todos los días muy temprano y hasta lugares muy lejanos llevada por el fuerte viento de la montaña. En ese lugar encontró la felicidad y realización de su vida. Sus sueños cumplidos hasta que dio su último suspiro.

La lección es que: “REALIZAR UN SUEÑO EN PEQUEÑO, ES VIVIRLO EN GRANDE”.
Managua. Enero 2019.




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