LA CAPILLA SOÑADA.
En
una zona montañosa, muy remota cerca de una pequeña comunidad; un humilde
sacerdote conocido como el Padre Segundo, cuyo nombre era Segundo Montoya,
había transitado su misión de fe con dedicación y constancia apostólica entre
los árboles con fuertes vientos y la maleza tupida en la fría noche. Caminaba
veredas bajo ardiente sol o la lluvia tormentosa para poder llevar casa a casa
el pan espiritual.
Uno
de tantos días, estando ya entrado en años y muy enfermo pensó que a medida que
las fuerzas de la juventud lo abandonaban, debía hacer algo diferente y qué
mejor que aquel sueño que durante tantos años había acariciado en su mente para
que los pobladores a los que pastoreaba, peregrinaran a un pequeño sitio santo
que él concebía como una ermita o capilla.
Su
preocupación evidente era no tener dinero para esa obra por lo que debía
recurrir por la ayuda humilde de sus muy pocos feligreses y uno que otro amigo
adinerado.
Sin
embargo sus amigos no lo apoyaron y lo dejaron solo con su iniciativa pues
ninguno estuvo dispuesto a darle parte de su dinero para tal fin. Cuando el
cura vio que no le colaborarían con un solo centavo entonces decepcionado pero
no derrotado, tomo la difícil decisión de vender sus pocos bienes personales
para financiar la obra, no sin antes enfrentar la férrea oposición de sus
parientes. Sin embargo no renuncio a sus propósitos para cumplir su meta.
Así
fue como pudo comprar un pequeño lote de terreno en un área boscosa cerca del
caserío, pero a su vez suficiente para empezar la construcción de un espacio
sagrado de oración para congregar almas.
Con
los pocos habitantes de la comunidad dispuestos a ayudarle en lo que pudiesen,
echo a andar el proyecto de la capilla. Tardo cinco años en reunir los fondos
necesarios y otros dos años en construir la obra dado los infaltables atrasos
por falta de fondos en ciertos momentos del avance del proyecto y por lo que
hubo de detenerse en varias pausas hasta que el faltante estuviese cubierto. En
total duro siete años la obra.
Por
fin llegó el momento en que el proyecto dejo de serlo y se convirtió en obra
completada, misión cumplida. La capilla fue inaugurada y consagrada por su
Obispo y la felicidad del pobre cura era más que jubilosa.
A
la salida de la ermita el padre Segundo conversaba con otras personas, despedía
y saludaba a los fieles y fue cuando entonces se le acerco Don Serapio, un
hombre amargado y de mal humor que le dijo al cura:”Tanto alboroto y bulla de
parte suya por una mísera cueva de pieza diminuta e insignificante, además de
horrible, como que si se tratase de una catedral o una basílica”. “Gran cosa y
además de tan chiquita es inservible por su tamaño, mejor hubiera construido una
escuela”.
Muy
contrariado el cura le respondió: “Mire Don Serapio, en primer lugar el hecho
de que a usted no le guste, no significa que es inútil o fea. Ese es su
problema”.
“En
segundo lugar podrá ser muy pequeña o incómoda si usted quiere, pero para mí,
esta capilla representa el mismo gran valor como una catedral o una basílica
porque es la culminación de un sueño. Una meta de vida que solo con la ayuda de
DIOS pude hacerla realidad y terminarla. Varias veces estuve a punto de
renunciar”.
“En
tercer lugar y para terminar, si vino solamente a criticar o hablar mal, mejor
váyase a hacerlo a otro lado y no lo haga aquí porque no necesito de sus
necedades. Lo que para usted es irrelevante, para mí no lo es. Lo que para
usted es basura, para mí es un tesoro. Debemos aprender a respetar la
aspiración de cada persona y no desalentarla. Si usted nunca tuvo perseverancia
en un propósito o meta de vida porque le dio miedo arriesgarse, entonces jamás
sintió la satisfacción del deber cumplido o de un triunfo”.
Don Serapio solo
atino a retirarse del lugar sin decir más una palabra.
Durante
muchos años el humilde sacerdote oficio misa en la pequeña capilla del caserío
y la campana se escuchaba todos los días muy temprano y hasta lugares muy
lejanos llevada por el fuerte viento de la montaña. En ese lugar encontró la
felicidad y realización de su vida. Sus sueños cumplidos hasta que dio su
último suspiro.
La
lección es que: “REALIZAR UN SUEÑO EN
PEQUEÑO, ES VIVIRLO EN GRANDE”.
Managua. Enero 2019.
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