viernes, 31 de julio de 2020
UN AMOR CUYO DOLOR ARDE EN LLAMAS, ES AMOR VERDADERO. El atentado terrorista y sacrílego contra el sagrario, la capilla y la imagen milagrosa de la Sangre de Cristo en la Catedral de Managua ha causado un profundo dolor e indignación en el pueblo católico que hoy llora con el corazón partido en pedazos y el alma rasgada en trozos de tormentosa tortura por la pena de ver a lo más sagrado de su devoción; incinerada y destruida. No importa cuánto tiempo pase, esto nunca será olvidado y estará escrito en las páginas del horror de una tiranía sin escrúpulos ni remordimiento alguno. A pesar que las puertas del infierno se han abierto en Nicaragua y los actos satánicos se ensañan contra los templos, el santísimo sacramento del altar, las sagradas imágenes de la Madre de DIOS y los santos, así como sacerdotes y religiosas, las fuerzas del maligno no triunfarán ni prevalecerán sobre Cristo y su iglesia, porque el amor del Señor es el verdadero escudo y coraza que garantizará la victoria final sobre el mal y la fe del pueblo sanará las heridas de las quemaduras. El brillo de la Sangre de Cristo volverá a su esplendor con más poder y fuerza para lucir su destello de amor. La justicia de DIOS no es una espada filosa, es una mano piadosa. Nos ofrece muchas oportunidades de arrepentimiento y conversión. Eso no quiere decir que el malvado, el perverso, el maligno quedará sin castigo. Cuando el Señor se enoja, es un rayo que parte en dos y carboniza la maldad. El amor es la prueba más grande de nuestra existencia y al mismo tiempo el que más nos llena de felicidad, alegría incomparable, fuerzas para vivir. El amor es lo único que nos ayuda a soportar las tribulaciones y los tiempos de desdicha, tolerar el dolor y miseria de un mundo lleno de injusticia, maldad y violencia. Equivocadamente creemos que el amor es solamente entre enamorados, sin embargo el verdadero amor arde en llamas de sacrificio por los seres amados. Quien nunca abandona a un pariente gravemente enfermo, lo asiste y le ayuda en su sufrimiento con medicinas, lo atiende y cuida sacrificando su tiempo, es una muestra inequívoca de amor. También los padres de familia que renuncian a sus gustos y placeres, viajes de paseo, algo que deseaban comprarse o tener cualquier satisfacción personal y las hacen a un lado para darles a sus hijos lo que necesitan o les piden, es una renuncia que demuestra amor verdadero. Las personas de vida consagrada a DIOS que renuncian a tener pareja o cónyuge, familia, casa, un buen trabajo, dinero, autos, lujos y viajes, para dedicarse a cuidar a tantos pobres y necesitados, es la más alta muestra de renuncia y de amor por sus semejantes. Envejecen solos, sin nada y después de darlo todo por todos, mueren en la soledad pero rodeados del tesoro celestial. Cuidar de la persona amada con esmero, paciencia, saber reconocer y comprender sus problemas y necesidades, atender sus limitaciones o ayudarle a superarse, es vivir el amor entre las llamas del dolor y también ser bañado por la brisa celestial de la satisfacción por ver feliz a quien amas. Pero no amamos apropiadamente o del todo cuando somos intolerantes con nuestros familiares y estamos continuamente peleando con ellos por envidia o por celos, deseándoles el mal. Los padres abandonan a su suerte a sus hijos, las madres se vuelven indiferentes a los problemas que padecen sus niños o lo que es peor, los explotan y mandan a pedir para no trabajar y cuando no les llevan dinero los apalean, no les dan de comer o vestir ni les preocupa su educación. El mal trato se vuelve el pan de cada día. No es amor cuando nos aprovechamos de los buenos sentimientos de una persona o la usamos para sacar ventaja de su amor, chantajear para obtener beneficios personales egoístas, la persona se convierte en un medio para subir y no para compartir. Usarla y lograr escala social, riqueza o bienes materiales y luego se vuelve un objeto desechable, un bien descartable donde su humanidad no vale del todo, es el sentimiento más despreciable y no es amor. Un gobierno o régimen que reprime, encarcela, tortura, explota, saquea y da palo a su pueblo, no es un gobernante que ame a su patria, más la aborrece. Vivir en libertinaje, odiar al que piensa diferente, robar lo ajeno sin escrúpulos, destruir los derechos de los demás para prevalecer solo el propio, denigrar y degradar a personas honorables por envidia, levantar calumnias y ofensas para destruir en lugar de edificar, no representa en nada al amor real. Exponer la traición como un orgullo, la mentira y falsedad como valores supremos, la cobardía, el dinero y el poder absoluto para pisotear o atropellar la dignidad de los demás como si fuesen méritos dignos de admirar, es una bajeza total de antivalores que destruyen el alma y corroen el espíritu. El amor es renunciar a uno mismo para abrazar a tantos otros semejantes. Jesús siempre será nuestro salvador, defendamos nuestra
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